Rafael Martín Vázquez es protagonista de una de las entrevistas que publicaremos esta próxima semana dentro del número 12 de la revista en papel de Palabra de Fútbol. Relato, rico en matices, y con detalles de su historia que van del profundo amor por el club blanco: «Es el club de mi vida», hasta sus experiencias en el Torino (Italia) y el Olympique de Marsella (Francia), pasando por los momentos críticos que le provocaron las lesiones. Martín Vázquez se siente afortunado por haber tenido la oportunidad de formar parte de la «Quinta del Buitre»: «En realidad no jugamos casi nunca juntos pero, gracias a Julio César Iglesías, hemos pasado a la memoria del fútbol y todavía los aficionados nos recuerdan, es un privilegio«.
Uno de los tragos más amargos, fuera de España, fue su salida del Olympique de Marsella, club al que había llegado procedente del Torino y con el que tenía firmadas tres temporadas, de las que sólo cumplió dos meses. La semana que viene tendremos la entrevista completa con su salida y su vuelta al Real Madrid, su recuerdo de aquellos momentos y las reflexiones sobre la vida del futbolista y el análisis del momento de la retirada… ahora dejamos el relato de Martín Vázquez en relación con aquella breve etapa en el equipo de Bernard Tapie.
Torino y Olympique de Marsella…parecen etapas distintas pero están muy ligadas.
Tengo para escribir un libro. Es cierto que estos dos club estuvieron en algunos momentos de mi carrera, a la vez, en el mismo escenario. Hubo, después de mi primera temporada en el Torino, contactos para ir a OM.
Aquella primera temporada de Torino fue muy buena, ganamos la Intertoto, accedimos a UEFA y en la pretemporada de mi segundo año allí, un día me llaman del club y me dicen: “Ven a Pisa que Olympique de Marsella viene a por ti”. Me sorprendió porque yo tenía tres años y acababa de terminar el primero, estaba muy contento allí, había empezado a estudiar italiano…no lo veía.
Fui en el coche del médico del club al aeropuerto de Pisa, pero directamente a la pista. Había un avión privado, me subí al avión y allí estaban el director general del OM, Jean Pierre Bernès y un representante belga que hablaba italiano. Me hicieron su propuesta, me dijeron que les interesaba muchísimo pero, educadamente, les dije que no. Ahí quedó la cosa.
Esa temporada jugamos la UEFA, eliminamos al Real Madrid y perdimos, creo que injustamente, la final contra el Ajax. Nuestro entrenador era Mondonico, un técnico con muy buenos conceptos futbolísticos. No debimos perder aquella final.
Después, en la que sería mi última pretemporada en el Torino, veo que aparece en prensa que el Torino y la Roma quieren hacer un intercambio entre Martín Vázquez y Aldair, central brasileño. Yo estaba muy mosca y entonces es cuando me llaman y me vuelven a sacar de la concentración de pretemporada porque el OM ha vuelto a por mí. Ya no me podía negar porque en Torino no me veía bien y ellos me ofrecían tres años.
Aquel Olympique de Marsella era un gran equipo…
Era un equipo que iba a jugar Champions League y me ofrecía una perspectiva interesante futbolísticamente hablando. Se hizo la operación e inmediatamente me puse en situación y quise aprender francés para adaptarme más rápido. Le pedí al club que me pusiera un profesor…se me abrió la mente y me ilusionó el reto. Me acababa de casar, mis padres y mis suegros estuvieron en el debut y no pude tener mejor comienzo. Entrené dos días, y jugamos en casa contra el Lille. El entrenador que se llamaba Luis Fernández, pero no el “español”. Me dijo que iba a estar en el banquillo, lo vi lógico.
El equipo empezó fatal ese partido, ellos se pusieron por delante y en el descanso me dice el entrenador que voy a salir. Nada más salir, falta al borde del área, la tiro y gol. Hice otro gol, también de falta, pero lo anula el árbitro y casi al final del partido metí un pase al área, derriban al compañero, penalti, tiró Rudy Völler y ganamos. Al día siguiente la prensa me subió a los altares. Debut perfecto y ya titular indiscutible. Había un equipazo…Angloma, Dechamps, Amorós, Desailly, Rudy Völler...una barbaridad.
La verdad es que viendo aquello pensé: “A mí no me necesitan”. Íbamos sobrados, ganábamos casi todo hasta que, al mes más o menos, se empiezan a torcer las cosas. Me llamó el representante belga, el que había hecho la operación, y me dice que hay una oferta del Real Madrid por mí. Le dije que yo estaba bien y que no me quería ir. Me empiezan a llamar de España, me llamaron mis padres, me llamó José María García y aquello iba creciendo hasta que tuve un encuentro con Bernès, el director general. La traducción la hizo el entrenador y me vino a decir que no era el jugador que creían. Aquello daba la impresión de que no tenía vuelta atrás.
El último episodio fue que, antes de un partido contra el Monaco en casa, me subo al autocar del equipo y a mi lado se sienta Bernard Tapie, el presidente de OM, y me dice con una actitud prepotente, casi de matón:
“Me han dicho que no te quieres ir al Real Madrid”
.- “Presi – le dije – yo estoy encantado de estar aquí. Me siento muy bien, estoy metiendo goles en Champions, tengo tres años de contrato…me quiero quedar.
.- “Creo que no me has entendido – el tono era ya muy desagradable – Vas al Real Madrid o te hundo la carrera”
Acabó el partido, fui a casa y le dije a mi mujer que hiciera la maleta, porque nos teníamos que volver a España.