Fernando Campos Cuesta (Jaén, 1964). Fernando, como casi todos los entrenadores, sigue siendo futbolista y al hablar hace un esfuerzo por ponerse en el plano exclusivo del entrenador. Pertenece a una generación de canteranos del Real Jaén, quizás la última que estuvo a las órdenes del mítico Antoñete, aquella que entrenaba en La Victoria y que los jueves disputaba el partido de preparación con el primer equipo. Parece un detalle menor pero eso, tiene mucho que ver con una ornada de futbolistas como la de Juanjo, Rafa Lendínez, Ocaña, Escribano, Viedma, González, Esteban, Chumilla, Ramón o Pascual. Todos llegaron al primer equipo y fueron referentes en algún momento.

Fernando Campos, debutó en Segunda B contra el Puertollano, siendo Pedrito entrenador del equipo jiennese, tenía 17 años. Jugó en el Real Jaén, Villacarrillo, Ceuta, Iliturgi y Cordoba CF, entre otros equipos. Creció a partir de un talento que le hizo muy fiable para los entrenadores. Su carrera era un valor seguro y sólo una terrible lesión de rodilla le privó de haber alcanzado, casi con toda seguridad, niveles muy importantes en el fútbol.

Campos fue un jugador sereno, con personalidad, de enorme jerarquía en el campo y pieza clave en los vestuarios por su sentido de equipo y por su capacidad de mediar, apoyar y comprometerse. Todo eso lo llevó al banquillo cuando decidió entrenar. Ganó el Campenato de Andalucía, dirigiendo a una Selección Cadete de Jaén y poco a poco apareció el técnico que hoy conocemos. Ha entrenado al Mancha Real, jugando liga de ascenso a Segunda B y rozándolo. At. Porcuna, con el que ascendió a Tercera División y al Martos CD. En Segunda B dirigió al Real Jaén. Su equipo generaba, a partir de un fútbol muy agresivo con balón, innumerables ocasiones del gol. La falta de acierto terminó provocando su cese. En el Real Jaén fue también, segundo entrenador con Jordi Vinyals.

Fernando Campos, deja en esta charla con Palabra de Fútbol, una serie de reflexiones que van desde lo más cercano, a los grandes asuntos del momento, con respeto a un deporte que aman profundamente y para el que, a lo largo de toda la conversación, pide respeto. Conoce el oficio y posee la virtud de no haber tenido que acomodar sus opiniones para alcanzar objetivos. Fernando es una persona fiable, muy respetada y, fundamentalmente, libre.

¿Crees, como canterano que has sido, que el fútbol base doméstico tiene futuro?

Es un tema complejo porque la élite, es la élite. Desde que se abrieron las fronteras con la ley Bosman, los clubes peinan todos los mercados en busca de jugadores y no siempre de un nivel optimo pero, llegan y cortan la trayectoria dee jugadores autóctonos. Las normas laborales ya no se pueden revertir, iría contra el derecho al trabajo pero, sin duda, habría que elevar el nivel de calidad de los jugadores que llegan de otros lugares.

Digo que es difícil el asunto de las canteras, porque han cambiado mucho las cosas desde que yo estuve ligado directamente a una cantera. Ahora cualquier niño con muy pocos años, despunte más o despunte menos, inmediatamente tiene equipos a su alrededor, eso hace muy difícil trabajar la base. Como suele decir un amigo común, el sevillista Pablo Blanco: “A la cantera hay que mimarla e invertir en ella”. Cuando los clubes no la cuidan lo suficiente y por el contrario, la quieren rentabilizar de inmediato, todo se complica. Las canteras necesitan tiempo para que den frutos al primer equipo. Personalmente empecé a frustrarme cuando, jugadores con los que has trabajado durante años te los quitan, y en la mayoría de los casos sin avisar y por la política de hechos consumados. Luego está el mercadeo. Hay demasiadas personas trabajando alrededor de esto y eso hace que los jugadores, cada vez más jóvenes, se muevan de su club, de su ciudad. Todo el mundo necesita visibilizar lo que hace pero, creo que hemos llegado a la exageración.

¿En el caso de Jaén?

En el caso de Jaén, por desgracia en los últimos años se ha dejado de cuidar la cantera. Hubo una gente a la que no le importó en absoluto la cantera y lo poco que había se lo cargaron. Ahora es muy difícil recuperar todo eso porque hace falta mucho tiempo. A la vista está que las canteras, de Jaén y Linares, que llegaron a ser potentes ahora está en categorías juveniles. Básicamente todo se reduce a tener una buena estructura, inversión, buenos entrenadores y paciencia. En Jaén tenemos un caso que sirve de paradigma para lo que significa tener y confiar. Juanjo, siendo juvenil, era titular indiscutible en el primer equipo, jugando en Segunda B cuando esa categoría tenía sólo dos grupos. Aquel Real Jaén estaba siempre en primera línea. Fue Internacional Juvenil y no salió del Real Jaén hasta mucho más tarde. Ahora, cualquier niño con tres partidos buenos, ya tiene cuatro canteras importantes detrás de él. Es cierto que la mentalidad del jugador era distinta. Nosotros queríamos jugar en el Real Jaén, no soñábamos con el Real Madrid, el Betis o el Málaga. Ahora hay muchas urgencias y antes que esperar a un chico de casa, es más fácil ir al mercado y que, con un vídeo en la mano y por poco dinero. Te ofrezcan tres jugadores.  

La figura del entrenador ha cambiado mucho…

Es la consecuencia de ese fenómeno que ha multiplicado las necesidades de los banquillos. Hay muchísima gente que rodea los banquillos. Las estructuras, los organigramas provocan eso pero, es que si no tienes todo eso en tu escaparate, parece que no estás profesionalizado. Los tiempos cambian y las herramientas que te dan avances y facilidades hay que saber utilizarlas. Puedo entender que en los grandes equipos, que tienen muchos recursos económicos, con multitud de competiciones, con plantillas amplias y necesidades y exigencias máximas, haya que tener más personal en el área técnica, lo que no veo tan claro es que eso se traslade a un fútbol donde faltan los recursos para lo fundamental. En cualquier caso, el entrenador tiene que hacerse valer. Ser entrenador significa que tienes interiorizado que, en cualquier momento, pueden prescindir de ti y así lo decía en el curso de entrenadores a mis alumnos.

Está claro que la figura del entrenador se ha debilitado mucho y que, conforme subes de categoría, se debilita más y ante las derrotas no hay un reparto equitativo de responsabilidades. El entrenador siempre es el responsable pero debiera serlo desde el principio y para todo pero no, ya no es así. Lo que no ha cambiado es que cuando ganas, todo el mundo se pone en la foto, todos suben al autobús del éxito pero cuando pierdes, el entrenador está más solo que la una y es al primero que echan.

¿También ha cambiado la relación futbolista-entrenador?

Antes los entrenadores, de acuerdo con el presupuesto que tenían, eran los responsables de los fichajes. En las categorías modestas  del fútbol todavía, aunque ya hay muchos casos que tampoco, es el responsable de las contrataciones. Eso hace que el técnico muestre su interés y que el jugador perciba que su entrenador es alguien importante en el club y que deposita confianza en él. Lo que no es normal, da igual la categoría, que pidas un “televisor” y te traigan una “lavadora”. Si necesito un lateral derecho no me pueden traer un delantero centro.

En los equipos equipos grandes, con todos mis respetos, se firma por “catálogo” porque tienen muchos recursos y aspiran, en muchas ocasiones, a jugadores que no son incógnitas, que están consagrados. En los equipos pequeños hay que hacer un trabajo más complejo porque los pocos recursos que tienes deben ser bien empleados. Está claro que si un entrenador apuesta por un futbolista, tiene toda la fuerza moral para exigirle dentro de lo que pueda dar ese jugador.

¿Qué herramientas debe usar un entrenador para sacar lo máximo de un jugador, de una plantilla?

Al futbolista no le puedes mentir nunca, siempre le debes ir de frente y racionalmente. De los castigos y las voces no se saca nada que no se obtenga antes, con el respeto y con la credibilidad que se pueda ganar un entrenador. El crédito de un entrenador, como de cualquier persona, se gana con la toma de decisiones. Es muy importante que los jugadores, estando de acuerdo o no porque todos queremos jugar, perciban que lo que has querido al tomar una decisión, es ser justo. Debes tratar a todos por igual pero sabiendo y conociendo la personalidad de cada uno, porque no hay una receta general y válida para todos. Hay normas de obligado cumplimiento para todos y luego para cada persona hay una fórmula singular, que permite obtener de él lo mejor de sí mismo. La figura del psicólogo puede ser de ayuda en algunos casos pero, fundamentalmente, es el entrenador el que tiene que saber qué necesita el futbolista a base de verlo en el campo, en el vestuario y hasta en el autobús. Eso ayuda a ganarte el respeto e, incluso, el cariño del jugador aunque, luego hacemos las alineaciones y ahí ya las cosas no son tan fáciles, porque a todo el mundo le gusta jugar.

¿No tienes la sensación de que ahora hay más partidos, más dinero pero, vemos menos fútbol?

Menos fútbol y más aburrido porque, además, el dinero muchas veces sirve para malgastarlo. Hay clubes que por soberbia, prepotencia o llámalo como quieras, van al mercado sin importarles que les den “un sablazo”. Sin embargo, cuando por necesidad extrema, echan mano de sus canteras, aparecen jugadores que dan un resultado excelente. Me extraña que en el seguimiento de esas canteras, nadie perciba antes ese talento. En el Real Madrid, para sacar a un central de la cantera (Raúl Asencio) que ya ha estado en la Selección, se han tenido que “morir” cuatro centrales. El fútbol se ha magnificado y lo que antes era mucho más sencillo se ha vuelto complejo. Como te he dicho antes, hay mucha gente y cada persona tiene su función y la necesidad de justificar su trabajo. No termino de entender que, con la inversión de cantera que se hace en los grandes clubes, se vaya constantemente al mercado exterior a traer jugadores que no sé si, deportivamente, por su nivel son necesarios. Más cerca, suele haber soluciones. El Barcelona las ha encontrado porque no ha tenido más remedio pero ¿Qué hubiera sido de esta generación de jugadores de la Masía, si el club hubiera manejado dinero en abundancia?. Ahí tienes el caso de Fermín. Vino a Linares y al volver ha demostrando que está para lo que haga falta. No es tan complicado pero, a veces, se complican las cosas por otras razones que se nos escapan. Antes, lo normal es que los jugadores del filial, un número elevado, pasaran por el primer equipo. Ahora no, ahora se mueven mucho  y parece que tienen que ser de mil sitios. Quizás por esa necesidad de decir y de aparentar que “peinamos el mercado”.

¿Hasta cuando crees que va a aguantar el futbolista que se jueguen tres partidos por semana?

Ese tema tiene difícil solución, porque el fútbol genera muchísimo dinero y dinero llama a dinero. Al haber tantos partidos, los entrenadores no tienen más remedio que rotar y ahí viene el problema porque, si el público paga una entrada cara, es para ver a todas las estrellas de los equipos y eso es imposible. Da igual lo que gane un futbolista, su cuerpo tiene unos límites que no puede sobrepasar. Se rota y se está hurtando al espectador el aliciente por el que, el que puede, paga una entrada que no es barata. Creo que por este camino nos estamos cargando el fútbol. Habría que reestructurar el calendario, darle calidad a ese calendario y no meter partidos por meter partidos. Hay veces que te pones a ver partidos y ya no sabes ni qué competición se juega, ni qué pasa si ganan o pìerden. Es un aluvión que satura. No puede ser que los grandes jugadores no tengan tiempo de entrenar, no digo a lo largo de los campeonatos, me refiero a las pretemporadas. Ya no hay preremporadas, sólo partidos de pretemporada. El fútbol es un evento al que uno a va a divertirse, a disfrutar viendo jugar a los grandes futbolistas. Desde el momento que eso se recorta porque no hay otra forma de hacer que todos jueguen todo, se está destrozando el objeto último de este deporte para el aficionado, el espectáculo.

Dicen los entendidos que lo que pasa en las gradas de los estadios es un reflejo de la sociedad. ¿Debemos estar más preocupados por el fútbol o por la sociedad?

Debemos estar preocupados por la sociedad. Vivimos en una sociedad infectada de muchos males. Hay una bipolarización radical. El fútbol, efectivamente, es un reflejo, un laboratorio donde vemos, a escala, lo que luego pasa en la calle a un nivel preocupante. Ahora en las gradas y en los alrededores de los estadios ha subido mucho la temperatura. La diversión parece que ha pasado a un segundo plano y el respeto, creo que se ha perdido. Todo tiene que entenderse por bandos y por bandos totalmente contrapuestos. Si eres de un entrenador no puedes ser de otro ni valorar al otro. Si te gusta un sistemade juego no puedes considerar que otro diferente, tenga sus virtudes. Tienes que ser de uno o de otro y si pretendes tener una opinión integradora, en la que se puedan apreciar unas cosas y otras, te dan por todos los lados. Parece que, o eres una fotocopia de algo o eres directamente sospechoso de no sé qué. Yo voy por la vida con mi idea pero, siempre miro, escucho, aprendo, respeto y luego analizo para tener mi propia opinión. En el fútbol, sin embargo todo hay que llevarlo al extremo. Estamos viviendo a nivel global una radicalización y una violencia que tiene muchas manifestaciones y que van desde la violencia física a esa lacra que crece, el racismo. Sin entrar ya en el tema arbitral, porque ahora parece que es más importante saber quién es el árbitro, que quiénes son los futbolistas que van jugar. Todo es una exageración, una barbaridad. En el fondo siempre está el dinero y donde se mete el dinero, todo se acaba enredando, todo se echa a perder.

¿Jugar bonito o ganar?

Ganar, pero si no juegas bien vas a ganar pocas veces. Ahora, cada vez que escucho hablar a un entrenador, me queda la duda de si dice lo que piensa o, sencillamente, lo que quiere oír el aficionado, el directivo o el periodista. Todos los equipos quieren ser ganadores, todos quieren proponer, ser protagonistas, dominantes. La pregunta es si tienes jugadores para eso, si tienes campo para jugar a eso y si tus rivales, por plantilla y presupuesto, te van a permitir todo eso. La realidad es que luego vas a ver los partidos y te preguntas por todas esas cosas que se han dicho y que, demasiadas veces, chocan con la realidad más cruda. Como mensaje está muy bien pero, si no hay un reflejo en el campo, no sirve. El fútbol ha cambiado mucho y para bien. Ha cambiado tácticamente, físicamente, en cuanto a medios y avances de todo tipo pero la esencia de este deporte siguen siendo el balón y el futbolista. Como decía Juan Manuel Tartilán: “Esto consiste, en quitársela al que la tiene y que cuando tú la tengas, no te la quite… y meter un gol”. A partir de ahí ya entramos en tácticas, en sistemas y en posicionamientos pero, eso se trabaja de acuerdo con tus mimbres. No sirve nada predicar una cosa y luego fracasar en lo práctico.  Hay demasiados tópicos, frases hechas. Es mejor darle herramientas al futbolista para que sepa elegirlas. No se puede intervenir tanto al futbolista, hay que saber aprovechar sus fortalezas, su creatividad, su atrevimiento y su capacidad de riesgo. Siempre conociendo perfectamente sus capacidades, no vale en esto tampoco el “café para todos”. Después, así lo veo yo, el papel de entrenador es interpretar lo que pasa en el campo y conociendo mis recursos; hacer el partido que me conviene, cambiando hombres y sistemas, cuando me conviene, para tratar de ganar. Hay que ser muy consciente del nivel de tu equipo y, a partir de ahí, trabajar mucho para sacar el mayor rendimiento y lograr el mayor compromiso de todos y claro…que la buena suerte te acompañe.

¿Has sentido frustración ante todas esas cosas que han mandado, casi a un segundo plano, eso que calificas como esencia del fútbol?

En algún momento si. Más que nada, porque si no me divierte y no encuentro la ilusión y la motivación, pues no me apetece estar. Este año podía haber entrenado pero si no voy con ganas, loco por llegar al entrenamiento y loco porque no se acabe el entrenamiento, no voy. A mi me encanta competir, preparar hasta el último detalle de los entrenamientos y de los partidos. La frustración me viene porque el entorno en las categorías que entreno es complicado. Muchas veces se dice, hablando de los jugadores: “Es lo que tenemos”. Pero los jugadores también tienen el entrenador que tienen. Aquí estamos todos en el mismo saco. Hablábamos antes de que el fútbol es un reflejo de la sociedad y por eso en el mundo del fútbol hay tantos intereses creados, tanta mentira y tanta falsedad. A mi eso es lo que más quita la ilusión. Ganar o perder son cosas del juego y no te pueden frustrar, hay que saber aceptar con naturalidad lo uno y lo otro porque, además la victoria o la derrota no siempre son consecuencia de un buen o un mal trabajo. Eso tiene que ver con la valoración interesada que se hace desde fuera si ganas, no importa cómo, te valoran bien, y si pierdes hayas hecho lo que hayas hecho, pues la valoración es horrenda. La frustración es el valor que se le da al resultado y el poco respeto por el oficio, por el trabajo y por el esfuerzo de futbolistas y entrenadores.

Hablando de frustraciones ¿Qué te queda de tu paso por el Real Jaén con Valenciano como entrenador y tú en tareas de Director Deportivo?

Aquello fue una mentira. Lo que pasa es que cuando te mienten y tú vas, más con el corazón que con la cabeza, pasa lo que pasa. Conocí a personas que merecen la pena, Jose Quesada, Darío Díaz y además me llamó un amigo, Valencian,  y me involucró en una ventura que, sobre el papel, era muy atractiva. A priori, nada me hacía sospechar lo que vendría después. Fue una experiencia dolorosa, todo fue una farsa. No les importaba el fútbol, no les importó nunca el Real Jaén. Iban a otros temas exclusivamente personales. Me di cuenta del engaño a los diez o quince días, no tardé mucho más. Mi dilema fue irme a mi casa o tratar de luchar desde dentro. Me quedé para no llevarme la sensación de abandono pero perdí la batalla. Me sentí totalmente utilizado por una gente que no sabía ni le importaba saber. Trabajamos con un presupuesto que nunca llegamos a conocer exactamente porque no había forma de entender aquella manera de trabajar, lo peor fue que se jugó con la ilusión de mucha gente, sobre todo con la de Valenciano que había puesto muchísimo trabajo y muchas ganas. Valenciano quería, por el real Jaén y por él mismo, llevar al equipo a lo más alto y sufrió mucho. Yo, por mi experiencia y mi situación, lo sufrí pero con más calma. Hubo mucha gente tardó en verlo y que con el tiempo comprobaron la barbaridad que fue todo aquello. Empresarios, periodistas, aficionados…hubo mucha gente que tardó en darse cuenta pero, al final, vieron lo que había allí. Desde “El Ser Superior” pasando por los palmerillos que pululaban por el club como si fueran algo, nadie quería nada bueno para la institución. Fue todo un disparate y sólo buscaban lucrarse a de engaños. Fincas, aceite, ampliación de capital, el club en manos de los socios…fue una historia para no dormir. Podría contar mil anécdotas que si no fueran dolorosas para el Real Jaén, tienen mucha gracia. Demasiado bien salieron. Al final el fútbol es muy noble y, por suerte para muchos, tiene poca memoria.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

3 + 3 =
Powered by MathCaptcha