Rafael Guerrero Alonso (León. 1963) «Rafa Guerrero” forma parte de la historia del arbitraje nacional. Tiene firmadas catorce temporadas en Primera División como “Juez de Línea”, denominación que dio el relevo a lo que hoy se conoce como árbitro asistente. Ha estado presente, como miembro del equipo arbitral, en dos Copas del Rey y en tres Supercopas de España. Guerrero, tiene también una dilatada experiencia internacional, estuvo en la Eurocopa de 2004, en el Mundial Sub-20 de Emiratos Árabes, en la Copa de Japón y en la Copa de África de Naciones en el año 2000. 

Tras dejar el arbitraje pasó como analista arbitral por Marca, fue comentarista en RNE, con el recordado Chema Abad y en la actualidad forma parte del equipo de “El Chiringuitotv” que, según sus palabras, ha marcado un antes y un después en su vida.

Rafa Guerrero no es sólo el personaje televisivo, desde hace muchos años lleva a cabo una labor solidaria y de visibilización de colectivos vulnerables. Ayuda, apoya, promueve y alienta eventos y acciones directas que persiguen mejorar la vida de personas que lo necesitan. En su día, Guerrero, adoptó un niño saharahui que hoy tiene 41 años. Rafa se siente orgulloso de aquel niño y todavía se emociona al recordar la historia. Como suele ocurrir, la vida personal de quienes tienen relevancia social por su trabajo, suele albergar espacios que o no se conocen o tienen poca proyección. En este caso la labor solidaria del exárbitro asistente, es una tarea sostenida en el tiempo y a la que contribuye la notoriedad mediática de Rafa Guerrero.

El próximo número, Digital/Papel, de «Palabra de Fútbol» contendrá una entrevista con Rafa Guerrero, de la que hemos extraido unas respuestas que adelantamos a la espera de ofrecerles, integramente, sus opniones sobre todos los temas relacionados con el arbitraje, con su experiencia deportiva y personal y con la vertiente solidaria de nuestro protagonista.

¿Cómo llega Rafa Guerrero al arbitraje?

Llegué de la forma más extraña. Jugaba al fútbol pero lo que cambió todo fue una expulsión y los siete partidos de sanción que me impusieron. Yo no entendía a los árbitros, siempre tenía algún conflicto con ellos. La verdad es que el equivocado era yo, los árbitros iban cada domingo y cada domingo les insultaban, los menospreciaban antes de que empezarán a pitar… y volvían a ir. Tras la sanción me hice una promesa a mí mismo, como una especie de penitencia: “Si me vuelven a expulsar me hago árbitro”. Me volvieron a expulsar y me fui al Colegio de Árbitros a apuntarme. El presidente de los árbitros me dijo: “Eres la última persona que pensaba ver aquí en mi vida”. No podía empezar la formación hasta septiembre pero me moría de ganas de empezar y pité un torneo de verano. Ingresé en el Colegio, empecé a pitar y dos temporadas después, en un partido de Regional, expulsé a mi padre. Fue uno de los días más duros de mi vida. Estuve un mes sin hablarme con él, mientras mi madre intentaba mediar entre los dos. Al final me di cuenta de que el problema era yo, porque a mi no me expulsaba el mismo, me expulsaba cualquiera. Al final la penitencia que me impuse, mereció la pena.

Han cambiado muchas cosas en el arbitraje, lo que sigue igual es la imcomprensión general que sufren los árbitros…

Sigue igual e incluso es peor. La animadversión sobre el arbitraje sigue siendo palpable cada domingo. Luego hay otros niveles que merecen ser analizados. Ahora, cuando los jovencitos se meten a árbitros, es para conseguir dinero para un monopatín eléctrico. Saben que, pitando unos cuantos partidos, sacan dinero para eso. El único “profesional” del fútbol base es el árbitro. Ningún crío de doce o catorce años cobra por jugar un partido. A mi me parece bien que cobren pero que manden a la base buenos árbitros para arbitrar y enseñar. A los niños hay que darles muy buenos árbitros cuando están empezando, para que entiendan y conozcan el reglamento y para que entiendan y conozcan la labor del árbitro. A determinadas edades hay que ser didácticos y que en el campo, independientemente, de los padres que pueda haber en la grada, el árbitro debe enseñar y ser flexible en esa enseñanza.

¿En este momento el arbitraje español pasa por una crisis?

No, una crisis no. Es el peor momento de su historia. A nivel internacional nunca había sucedido lo que está sucediendo este año. ¿La Razón?, todo tiene un porqué. Siempre habrá un antes y un después del caso Negreria, que está sin juzgar. Esto ha empañado de manera sombría el arbitraje español y fuera de España los juicios y las valoraciones van de la incredulidad a la indignación y al bochorno. Mientras, esto ha quedado ahí, en una especie de limbo, y lo que se sabe es que alguien pagó por unos servicios al vicepresidente de los árbitros. No se sabe para qué pagó, lo que está acreditado, que no es poco, es que se pagó. La imagen fuera, en FIFA, UEFA…, es demoledora para nuestro arbitraje, hemos perdido el crédito. Hasta hace bien poco estábamos en finales europeas, en mundiales y ahora…fulminados, no nos quieren. Es una auténtica pena porque los árbitros de ahora están formados, son atletas, conocen y aplican bien en general el reglamento pero pesa sobre todo nuestro arbitraje una sombra de duda que los convierte en damnificados y, creo que seguirán así, mientras no se arrojé luz sobre este capitulo, sin duda, el más negro de la historia del arbitraje en España. La única solución que se me ocurre y la que marca el sentido común, es que el arbitraje se constituya como un órgano absolutamente independiente, al margen de la Liga y de la Federación. Mientras eso no sea así, los árbitros siempre estarán supeditados a algo.

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