El fútbol iguala, es lo mismo que nuestro equipo sea el Real Madrid o el Manchester City, con la posibilidad de ganar casi siempre, o que el nuestro sea un club modesto con la posibilidad de no ganar casi nunca; misma ilusión, mismos sueños, misma pasión. Esto hace del fútbol una potencia que proyecta noticias, sensaciones y estados de ánimo a la velocidad de la luz y capaz de cambiarlo todo en una fración de segundo.
Estamos ante la temporada del Real Madrid. Si nos acordamos del fichaje de Messi por el PSG, sería un «déjà vu». Sin embargo hay diferencias deportivas sustanciales en las que no voy a entrar, que rompen aquella imagen. Me quedo con las realidades paralelas que vive el “Universo Real Madrid”. La ilusión es cómo el agua cuando se derrama, resulta imposible volver a recogerla pero, el fútbol si no te hace soñar pierde mucho valor y eso justifica el estado de ensoñación permente en el que vive la afición del Real Madrid. La infantería tiene derecho a soñar porque este fútbol ya no le da participación para otra cosa. Sin embargo Ancelotti, feliz pero pegadísimo al suelo, sabrá que si le han dando un equipo imposible de igualar en calidad, también le han dado un reto casi imposible de conseguir por extraordinario, lo nunca visto. Se ha instalado en la mente general del fútbol un peligroso concepto, “siete o nada”. Tan sonoro como injusto pero, el Real Madrid tendrá que luchar contra todos, algunos muy buenos, y contra sí mismo, porque el reto sale del despacho de su presidente.