Manuel Carmona. –
Hansi Flick ha conseguido en muy poco tiempo que su equipo trabaje como un auténtico ejército. Desde el pitido inicial, la tropa va a por la victoria sin escatimar un esfuerzo, sin negarle un apoyo al compañero. El esfuerzo grupal es innegociable. Esto ha calado en el equipo y más aún cuando llegan y de qué forma las victorias.
Jugar la mayor parte del tiempo en terreno del equipo contrario es el deseo de cualquier entrenador, pero poder conseguirlo es otra cuestión. La presión, imposible si no es por una buena preparación física, es parte importante del éxito de este conjunto. Más si cabe, si tienes en tus filas a un niño de 17 años, Lamine Yamal, que a su corta edad, se ha convertido en el líder de todo un FC Barcelona y de la selección Española campeona de Europa. Marca y asiste como el mejor delantero y presiona y defiende como un defensa más.
Los desmarques y el buen momento de Raphinha, el temple y la visión de Pedri, la veteranía de un imberbe como Cubarsí, el plus de un casi desconocido para muchos como Dani Olmo, todo esto unido a que gran parte de los integrantes del grupo se conocen desde infantiles, dan como consecuencia el buen comienzo de esta plantilla.
Me decía un seguidor de este equipo que después de mucho tiempo volvía a disfrutar viendo el juego que despliegan los de Flick. A buen seguro, será el pensamiento de muchos culés.
Cuando los resultados entran por la puerta, los problemas salen por la ventana. Una vez más, el equipo mantiene al club y pone yodo en las heridas ocasionadas por la desastrosa gestión de sus dirigentes. Ahora comienza la Champions League, la gran losa para el club de estos últimos años. Veremos si la afición sigue coreando el nombre de su entrenador en el campo. Si así fuera, es porque se sigue por el buen camino. Hemos dicho muchas veces que en Europa se juega de otra forma. Esta versión del Barça es la más parecida a ese juego: presión, intensidad, verticalidad y efectividad El jueves se abre otro telón.
