María Cánovas Gallego
El Real Jaén siguió sin aparecer. La temporada no empezó bien, con un empate y con la sensación de que otro año más se iban a necesitar todos los puntos para ascender de forma directa. Poco a poco las sensaciones fueron mejorando y la ilusión de los aficionados se hacía presente. Hasta que el fútbol fue desapareciendo de las botas de los jugadores jienneses. Mientras que para el Atlético Malagueño todo era música celestial, la afición del glorioso necesitaba desfibriladores. Todo parecía cambiar el 19 de enero cuando Roberto Peragón se iba y con él también salía Puskas, el que para muchos aficionados era el “mal mayor” del Real Jaén. Venía sangre nueva, pero conocida en el campo de La Victoria, Manolo Herrero, quien subió hace 10 años al equipo a Segunda División, pero quien también lo descendió. Y el fútbol seguía sin aparecer.
Una temporada sin fútbol y siempre la misma sensación, el Real Jaén no era constante en las victorias, no era fiable. El que iba por encima no fallaba y se adivinaba otro año más en el que, si se quería un ascenso, sería por el camino largo. Después de ganar contra el Marbellí con un partido nefasto y el empate ante el Torreperogil, no mejoraron las sensaciones. Ya era imposible el ascenso directo, pero se esperaba al menos competir ante el Malagueño y así mejorar el estado de ánimo de cara al play off. Algo que no pasó y el Atlético Malagueño, a medio gas, demostró que está muy por encima de un Real Jaén que tampoco esta vez hizo un buen juego.

En un partido en el que se notaba que ninguno se jugaba ya nada, el equipo jiennense acabó cayendo por un gol a tres. El gol de Fernando para el Real Jaén levantó polémica por su celebración, al interpretarse como una provocación a la grada. Después, el jugador y el club pidieron perdón. Las sensaciones no cambiaron en un Real Jaén que no juega a nada y una afición que ya da muestras de cansancio. En todo el estadio la única sensación que había era la de decepción por lo que pudo ser y no fue. Resignación al ver que, año más se juega el ascenso en un play off que parece, a día de hoy, muy complicado. El primer rival rival, el Huétor-Tajar, un viejo conocido por tierras jiennenses, que más de una vez se lo ha hecho pasar mal al Real Jaén en un campo que es de los más difíciles de la categoría, el Miguel Moranto. La liguilla de ascenso ya es para el equipo granadino un regalo. El llegar a jugar este Play Off, después de haber conseguido la plaza en el último partido, es un estímulo añadido.
Próximamente, ojalá se llegue a ese partido, el Torre del Mar o el Motril, otros dos clubes que se le han atragantado a lo largo de la temporada al Real Jaén. En fútbol todo cambia en un momento pero las sensaciones que hay ahora mismo en el ambiente, parecen una pared impenetrable que habrá que superar si se quiere llegar, por último, a la ansiada final nacional por el ascenso. Si eso ocurre no sa sabe dónde se jugará ese partido, porque el día 20 de junio podría ser la vuelta de ese hipotético encuentro y a la vez, en el Nuevo Estadio de La Victoria hay un concierto de Manuel Carrasco. Esa circunstancia ha enfadado a la afición, que tendría que irse a otro lugar, sólo porque los dirigentes del club no pensaron en un play off muy posible, al tener en cuenta la trayectoria del club esta temporada.
Por ahora, el futuro es muy incierto, pero desde la afición hay un mensaje claro: las sensaciones son malas y el ascenso complicado. Sobrevuela la resignación ante una posible décima temporada en tercera, como una amenaza. Mientras en La Victoria, mal síntoma, ya no hay ni sonido de viento. Mejor que no se cumplan los presagios y el fútbol obre el milagro.