Rafael Martín Vázquez ( Madrid,1965 ) Martín Vázquez ha sido jugador de fútbol, uno de los futbolistas con más talento de su época. El Real Madrid es su club desde la cuna y lo sigue siendo ahora. Siempre soñó con vestir esa camiseta y pudo cumplir su sueño. También ha jugado en el Deportivo de la Coruña, Torino, Olimpique de Marsella, Atlético Celaya de México y en el Karlsruher (Alemania). Fue Internacional absoluto con España 38 veces y disputó el Mundial de Italia, Eurocpa 88 Alemania y Campeón de Europa Sub-21. Con el Real Madrid ganó 6 Ligas, 4 Supercopas, 2 Copas del Rey, 1 Copa de La Liga, 2 Copas de la UEFA una Copa Iberoamericana. Con el Torino ganó una Copa Mitropa y con Olimpique de Marsella una Copa de Europa.

La vida y el fútbol le han puesto ante situaciones que, sólo quien tiene bien construida su ciudad interior, puede soportar sin desmoronarse.

Ha hecho su carrera profesional con las herramientas del carácter, la fidelidad a las cosas en las que cree y con la certeza de que hay momentos en los uno debe tomar decisiones y asumirlas.

Paradójicamente el Real Madrid, por el que siente un amor a prueba de todo, le ha hecho pasar por los tragos más duros, sin embargo es consciente de que aquello tenía que ver con las personas, nunca con la institución.

Era un jugador de altísimo nivel. En el recuerdo quedan su elegancia en la ejecución del oficio de futbolista y un talento capaz de cosas que sólo pueden hacer los elegidos. Rafael Martín Vázquez no ha sido muy expresivo cuando se trata de proyectar sentimientos: “Me gusta hablar con hechos”. Su trayectoria profesional está llena de episodios que respaldan esta afirmación. Salió dos veces del Real Madrid pero el Real Madrid nunca ha salido de su corazón. En las palabras que nos deja para esta entrevista, están las pruebas.

Han pasado casi 30 desde que salió definitivamente del Real Madrid…

Parece que fue ayer. De mi última temporada tengo un recuerdo muy bonito. Ganamos la Liga en el Santiago Bernabéu ante el Deportivo. Fue un año de fútbol excelente, era la primera temporada de Jorge Valdano como entrenador en el Real Madrid y el equipo jugó muy bien.

Paradójicamente aquel gran año fue el de su despedida…

Las certeza que me queda, después de todo lo vivido, es que el Real Madrid es el equipo de mi vida. Es el club en el que he crecido y en el que soñé jugar desde muy pequeño. Echo la vista atrás y me acuerdo de que en el colegio había un niño que nos contaba la historieta de que jugaba en la cantera del Real Madrid y nosotros lo escuchábamos embobados. Ni jugaba ni nada, pero nosotros nos creíamos sus historias y yo imaginaba que podría jugar también en la cantera del Real Madrid.

En mi familia no había vinculación alguna con el fútbol y entonces no se iba mucho al campo. Al Santiago Bernabéu iría, de niño, dos o tres veces. Eso sí, tengo recuerdos nítidos. Me acuerdo de un partido contra la U.D. Las Palmas que ganamos 5-0 y que Pinino Más marcó un golazo.

Del Madrid, en efecto, me fui dos veces y la primera supuso un golpe terrible. Yo era de Madrid, llevaba toda la vida en el Real Madrid, estaba en el mejor momento de mi carrera y salí, más que dolido, decepcionado por cómo se desarrolló todo.

Además usted fue consciente de que dejaría el club, con bastante tiempo de antelación…

Aquel proceso fue largo. No es lo mismo marcharte de un día para otro, que jugar durante meses con la presión que supone el que desdefuera se siga a diario el tema de tu renovación pero, lo que si quedó claro, es que no me valoraron y que me señalaron la puerta de la calle. No sé si en el fondo pensaron que me quedaría, que no sería capaz de irme.

Cada partido para mí llevaba una presión añadida. Algún sector de la prensa apretaba mucho con el tema de mi nuevo contrato, otros decían que era un “pesetero” y una parte de la grada tomaba aquello cómo una ofensa, porque esas cosas se podían manipular muy bien en contra mía, y estaba todo el partido encima de mí.

Aquel año fue terrible en ese sentido pero en lo futbolístico y en lo personal fue excelente. Creo que jugué mi mejor fútbol, marqué goles y en lo personal conocí a mi mujer y me pude proteger con las personas que tenía cerca. Fue un proceso que tuvo las dos cosas que más me podían doler, por una parte irme y, por otra, salir siendo consciente de que en ese momento las personas que mandaban en el club no me supieron valorar.

¿Le guarda rencor a Ramón Mendoza por no haberle dado ni una explicación de la razón por la que rompió su acuerdo verbal?

En absoluto. No le achaco la culpabilidad de aquello. Eso quiero dejarlo claro porque creo que no fue él, el que provocó esa situación. Por la razón que sea y que, a día de hoy desconozco, se vio obligado a tomar aquella decisión.

Ya sabes lo que pasó. Estábamos reunidos para renovar, habíamos acordado todo y en un momento determinado le dicen que salga para atender una llamada telefónica. Pasaron cinco minutos, quizás ni eso, y cuando vuelve era otro. Nos dijo, a mi padre y a mí, que de lo que habíamos hablado teníamos que olvidarnos. Ante nuestra sorpresa me ofreció la mitad de lo que habíamos acordado hacía unos minutos y me dijo que eso era lo que había, que si lo quería bien y que si no aceptaba ahí estaba la puerta. Aquello fue tremendo pero lo peor fue que después, en los meses siguientes, nada se movió y que las cosas terminaron con mi salida del club.

Parece claro que no fue un tema económico…

La verdad es que en aquel momento a mí me importaban poco los millones arriba o abajo, lo terrible es que me di cuenta de que no me querían y eso hay que vivirlo. A mí, que los míos no me quieran, me mata. Soy muy sentimental. Por mi carácter expreso poco pero llevo el sentimiento madridista muy dentro. Otros lo muestran mucho y a diario y, quizás, no lo sienten tanto como puedo sentirlo yo. No soy de hacer gestos ni de hablar y por eso puede parecer otra cosa. A mí me gusta demostrar las cosas con hechos.

¿Le gustaría haber podido jugar en el Real Madrid de ahora?

Mira, si por algo me gustaría jugar en este momento, es sólo por poder llevar puesto ese aparato que cuenta los kilómetros que haces en el campo, para que se pudiera saber los kilómetros que yo hacía. Me gustaría ver mis estadísticas, pases, recuperaciones… lo peor que me podrían haber dicho es que no sudaba la camiseta. Eso era imposible. He trabajado mucho y he antepuesto el beneficio del equipo al mío propio, siempre. No era nada egoísta, si lo hubiera sido habría destacado mucho más de lo que destaqué, hubiera conseguido más cosas. De hecho la temporada en la que más destaco, es la temporada en la que Tosachk me dio más libertad para ir hacia adelante y me limitó el trabajo defensivo. Sin embargo yo en, condiciones normales, recuperaba un balón en una zona retrasada, lo pasaba a veinte o treinta metros y allí se resolvía la jugada en gol. Me daba igual, lo importante para mí era el equipo y lo que el entrenador y mis compañeros pensaran de mi y, ese aspecto, siempre he estado muy tranquilo.

Salió a la que entonces era la Liga más potente, la italiana…

Aquella Liga era algo parecido a La Premier de ahora, por futbolistas, por dinero, por todo pero en el fondo, no dejas de salir de tu casa y además en el mejor momento, en pleno esplendor deportivo.

Luego la vida te señala el camino. Nunca puedes decir de este agua no beberé. Vas por tu camino y cuando hay que decicidr tú eres el que tomas la decisión.

Pasé dos años muy buenos en el Torino y me disponía a empezar otro proyecto, de hecho lo empecé, de tres temporadas en el Olimpique de Marsella. Es entonces cuando se sucedieron acontecimientos casi inimaginables…como la posibilidad de volver al Real Madrid y una serie de circunstancias personales de carácter grave que me llevan a tomar la decisión de volver. Volví pese a que, cuando me marché, dije que no volvería mientras estuviera Ramón Mendoza y al final volví con Ramón Mendoza.

Volvió pero el ambiente hostil no había cambiado…

Aquella temporada 92/93 fue muy difícil por todo. Teníamos el problema familiar, había aficionados que no aceptaban mi vuelta y tuve muchísimos problemas con una parte de los ultras. Todo eso junto fue muy difícil de llevar. Además en lo deportivo no podía jugar en Europa con mi equipo porque ya había jugado partidos de Copa de Europa con el OM y eso me afectó también, no poder ayudar en el campo me hacia sentir una impotencia grande. Es curioso, que por haber jugado aquellos partidos con el equipo francés soy técnicamente Campeón de Europa, nunca lo comento, pero es así.

Su segunda salida del Real Madrid también fue extraña porque usted, incluso, se bajaba el sueldo a la mitad para poder quedarse…

Hay errores que uno comete y que sólo con el paso del tiempo te das cuenta de que los cometiste. Si en aquel momento hubiera sido consciente de lo que pasaba, quizás podría haber cambiado la situación.

En aquella época había sólo dos o tres representantes, Toldrá, Gines Carvajal, Santos… y poco más. Lo normal es que fueras tú el que negociabas con el club directamente. Así lo hice la primera vez pero, con los años aparecieron más representantes y aquello se normalizó. Me decidí a coger uno que hiciera mis negociaciones y esa renovación la dejé en manos de mi flamante asesor. Era una época dificil en lo económico en el club y, vosotros los periodistas, me preguntabais por la renovación. En una de esas declaraciones dije que estaba dispuesto, en vista de la situación, a rebajar mi salario a la mitad. Con esa decisión tomada dejé todo en manos de mi representante y, para mi sorpresa, me dijo que el club quería que rebajara más y que por fuera solo había alguna cosa del Tenerife o del Sporting de Gijón. Mi error en aquel momento, viendo la situación, fue no haberme hecho cargo personalmente de las conversaciones, porque hay muchos intereses que se cruzan y, al final, nada es lo que parece.

Terminó firmando dos temporadaas con el Deportivo de la Coruña…

Fui a Coruña pero, no por la vía de mi representante, me llamó Tosachk que había firmado allí y quería que fuera. Tuve una reunión con Lendoiro, Presidente del Depor, y acordamos todo, me incorporé al Depor. El día de la presentación, porque yo soy así, llamé a mi representante que no había hecho nada para que yo estuviera allí y, no sólo estuvo, también se llevó una parte económica de la operación.

A los cinco días de empezar la pretemporada, me lesioné gravemente en la rodilla. Me trasladan a Madrid y por el hospital pasaron mis compañeros del Real Madrid…y también apareció mi representante. Me hizo una visita y después no volví a verlo nunca más. Son errores que solo identificas con el tiempo.

Se marchó del Real Madrid dos veces pero no tuvo una despedida…

Me hubiera gustado porque, para un jugador madridista, lo más bonito es despedirse con un aplauso de tu público, con un gesto de cariño de tu afición. El poder despedirte en el campo no hay dinero que lo pague. Lo que vi en la despedida de Kroos fue espectacular. Es curioso que eso si me pasó en el Torino y sólo estuve dos años. Luego volví para el centenario y fue increíble también el cariño que sentí. Sin duda me hubiera gustado despedirme de mi afición porque en los años que estuve en el Real Madrid me sentí querido.

Torino y Olympique de Marsella…parecen etapas distintas pero están muy ligadas.

Tengo para escribir un libro. Es cierto que estos dos club estuvieron en algunos momentos de mi carrera, a la vez, en el mismo escenario. Hubo, después de mi primera temporada en el Torino, contactos para ir a OM.

Aquella primera temporada de Torino fue muy buena, ganamos la Intertoto, accedimos a UEFA y en la pretemporada de mi segundo año allí, un día me llaman del club y me dicen: Ven a Pisa que Olimpique de Marsella viene a por ti”. Me sorprendió porque yo tenía tres años y acababa de terminar el primero, estaba muy contento allí, había empezado a estudiar italiano…no lo veía.

Fui en el coche del médico del club al aeropuerto de Pisa, pero directamente a la pista. Había un avión privado, me subí al avión y allí estaban el director general del OM, Jean Pierre Bernès y un representante belga que hablaba italiano. Me hicieron su propuesta, me dijeron que les interesaba muchísimo pero, educadamente, les dije que no. Ahí quedó la cosa.

Esa temporada jugamos la UEFA, eliminamos al Real Madrid y perdimos, creo que injustamente, la final contra el Ajax. Nuestro entrenador era Mondonico, un técnico con muy buenos conceptos futbolísticos .No debimos perder aquella final.

Después, en la que sería mi última pretemporada en el Torino, veo que aparece en prensa que el Torino y la Roma quieren hacer un intercambio entre Martín Vázquez y Aldair, central brasileño. Yo estaba muy mosca y entonces es cuando me llaman y me vuelven a sacar de la concentración de pretemporada porque el OM ha vuelto a por mí. Ya no me podía negar porque en Torino no me veía bien y ellos me ofrecían tres años.

Aquel Olympique de Marsella era un gran equipo…

Era un equipo que iba a jugar Champions y me ofrecía una perspectiva interesante futbolísticamente hablando. Se hizo la operación e inmediatamente me puse en situación y quise aprender francés para adaptarme más rápido. Le pedí al club que me pusiera un profesor…se me abrió la mente y me ilusionó el reto. Me acababa de casar, mis padres y mis suegros estuvieron en el debut y no pude tener mejor comienzo. Entrené dos días, y jugamos en casa contra el Lille. El entrenador que se llamaba Luis Fernández, pero no el “español”, Me dijo que iba a estar en el banquillo, lo vi lógico.

El equipo empezó fatal ese partido, ellos se pusieron por delante y en el descanso me dice que voy a salir. Nada más salir, falta al borde del área, la tiro y gol. Hice otro gol, también de falta, pero lo anula el árbitro y casi al final del partido metí un pase al área, derriban al compañero, penalti, tiró Rudy Völler y ganamos. Al día siguiente la prensa me subió a los altares. Debut perfecto y ya titular indiscutible. Había un equipazo…Angloma, Dechamps, Amorós, Desailly, Rudy Völler...una barbaridad.

La verdad es que viendo aquello pensé: “A mí no me necesitan”. Íbamos sobrados, ganábamos casi todo hasta que, un al mes más o menos, se empiezan a torcer las cosas. Me llamó el representante belga, el que había hecho la operación, y me dice que hay una oferta del Real Madrid por mí. Le dije que yo estaba bien y que no me quería ir. Me empiezan a llamar de España, me llamaron mis padres, me llamó José María García y aquello iba creciendo hasta que tuve un encuentro con Bernès, el director general. La traducción la hizo el entrenador y me vino a decir que no era el jugador que creían. Aquello daba la impresión de que no tenía vuelta atrás.

El último episodio fue que, antes de un partido contra el Monaco en casa, me subo al autocar y a mi lado se sienta Bernard Tapie, el presidente de OM, y me dice con una actitud prepotente, casi de matón:

Me han dicho que no te quieres ir al Real Madrid”

.- “Presi – le dije – yo estoy encantado de estar aquí. Me siento muy bien, estoy metiendo goles en Champions, tengo tres años de contrato…me quiero quedar.

.- “Creo que no me has entendido – el tono era ya muy desagradable – Vas al Real Madrid o te hundo la carrera”

Acabó el partido, fui a casa y le dije a mi mujer que hiciera la maleta porque nos teníamos que ir para España. Volví al Real Madrid por una circunstancia extraña y la vuelta fue durísima por el tema de la enfermedad familiar y porque, nada más llegar, me di cuenta que había gente que quería hacerme la vida imposible. Pincharon mi teléfono y recibí amenazas graves. Hablé con Fernández Trigo para explicarle lo sucedido pero aquello fue complicado. Tuve roces aislados pero muy desagradables y notaba la presión de una parte de la grada cada partido, a mí me daba igual…hasta me motivaba, pero no es agradable soportar eso en tu campo. Además Benito Floro, que era el entrenador, tenía unos métodos innovadores de trabajo y después de los partidos, nos hacía unas sesiones de recuperación en el campo. Entonces ya, a campo vacio, ese grupo me decía de todo. Fue una vuelta llena de sinsabores.

Pertenece a la “Quinta del Buitre” pero ustedes, los cinco, jugaron pocas veces juntos…

La sensación es que jugábamos siempre juntos…pero no. Coincidimos en el tiempo pero no llegamos a jugar juntos de forma regular por distintos motivos. En cualquier caso somos muy afortunados porque lo normal es que, cuando dejas de jugar, la gente se olvide de ti. Sin embargo Julio César Iglesias nos ha cosido la memoria de los aficionados y seguimos ahí. Es una satisfacción ver cómo nos recuerdan, un privilegio haber hecho lo que nos gusta y poder tener todavía el reconocimiento de los seguidores. Pero, es cierto, no jugábamos juntos. Miguel Pardeza se fue muy pronto al Zaragoza y amí me costó llegar a la titularidad. De hecho tuvieron que darse unas circunstancias negativas que afectaron a dos compañeros para que yo terminara jugando. Jorge Valdano sufrió una hepatitis que lo retira y Juanito tuvo el incidente con Mathaus y salió del Real Madrid…a partir de ahí empecé a jugar yo. Antes de empezar a jugar con regularidad estuve a punto de irme al Atlético de Madrid. La vida y el fútbol tienen eso.

¿Qué pasa por la cabeza de un jugador de fútbol cuando decide retirarse definitivamente?

Ese es un momento muy delicado. Los jugadores de fútbol, por nuestra profesión, vivímos aislados de algunas cosas. Somos, unas veces por nosotros mismos y otras por la organización que nos rodea, personas que en su día a día tienen casi todo resuelto y un objetivo claro que ocupa todo nuestro tiempo, el fútbol. Una vez que pasamos a ser, por decirlo de alguna manera, personas de a pie, nos encontramos con una realidad que cada uno asume de diferente manera. Es muy extraña la sensación “del día siguiente”. Has hecho fútbol toda la vida y, muchas veces sólo sabes hacer eso. A partir de ese momento te preguntas qué vas a hacer con tu vida. Debes tener un plan de vida lo más claro posible, porque el vacio que se nota puede ser peligroso. En mi caso, y creo que yo supe gestionarlo más o menos bien, lo noté de forma muy clara.

En el fondo traté de alargar mi tiempo de futbolista pero sólo hasta cierto punto. Cuando vi claro que no merecía la pena, lo dejé. Sin embargo, en ese periodo final, cuando no tenía equipo, me entrenaba por mi cuenta, corría y trataba de estar en forma por si había una oportunidad que me convenciera. En una de esas jornadas de entrenamiento en solitario, caí y me torcí el tobillo. Al verme en el suelo, dolorido y entrenado solo, lloré de impotencia. En ese momento te das cuenta del mundo en el que has estado y de lo importante que es tener un presente bien planteado y una actividad que dé sentido a toda la vida que todavía tienes por delante. Por fortuna estoy en ese momento, disfrutando y, si hay ocasión, con ganas de entrenar a un equipo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí