“Hoy como ayer y mañana…como siempre”. El equipo de Futsal que dirige Dani Rodríguez ha convertido su historia en una recreación libre, de la famosa película protagonizada por Bill Murray y Andie MacDoowell. La costumbre de ganar y de vivir por encima de sus posibilidades, sin despagar los pies del suelo, hacen de este equipo un espacio de gozo permanente que, sin embargo, puede producir confusión en el marco de los objetivos.
El deporte, en los niveles en los que se ha instalado “Jaén Paraíso Interior” tiene la virtud de ser motor de alegrías y el defecto de que, al repetirlas por sistema, se comviertan en costumbre y, o no son suficientemente valoradas y se trivializan o, cuando no se logran, provocan irritación, desapego y critícas descarnadas. Es lo más parecido a la vida misma.
Sea como fuere estamos, otra vez, en una temporada en la que el equipo amarillo vuelve a codearse con los reyes de este deporte, en la Liga y en las competiciones adyacentes, esta vez la Copa del Rey. El conjunto jienense está en cuartos de final y lo hace con un plantel ajustadísimo por las circunstancias pero sujeto al “andamio” de un sistema fundamental y aprendido; y a la base sólida de un vestuario en el que se respetan los mandamientos irrenunciables de la ambición razonada, la humildad como norma y el esfuerzo innegociable.
Esta realidad se puede vivir de dos maneras, con la angustia de no disfrutar del todo porque creemos que se puede hacer todavía más y que estar siempre, por el mero hecho de estar, ya iguala las fuerzas y equipara presupuestos o encarar estos años de felicidad sostenida en el tiempo, agarrándose a ella con behemencia jubilosa sin derramar ni un gramo de esfuerzo, en otra cosa que no sea celebrar cada partido y agradecer al equipo el derroche deportivo, la unión del grupo y la comunicón con sus aficionados.
Lo que está ocurriendo es un viaje y lo mejor es disfrutarlo en todos sus momentos, en el trayecto. La meta, como el horizonte, siempre está más lejos y…quién sabe.