Aitor Karanka de la Hoz (Vitoria, 1973) Entrenador y futbolista. Karanka es un ejemplo de equilibrio. Su educación y el poso que le ha dejado su paso por instituciones como Athletic Club y Real Madrid proyectan una personalidad muy cordial y extraordinariamente medida. Sabe los terrenos que pisa y ha vivido en espacios en los que tuvo que convivir con la luz que desprenden los astros, primero jugando con sus ídolos de infancia y luego entrando con 23 años en un vestuario, del Real Madrid, donde había más estrellas que en el cielo. Ambas experiencias le ayudaron. En los dos sitios estuvo a la altura y encontró argumentos para dar forma a su manera de ver la vida. Aitor concede, en el fútbol y en la vida fuera del fútbol, prioridad al factor humano en general y de forma personal y concreta a su familia.

Aitor Karanka tiene tres Champions, una Copa Intercontinental, una Liga y dos Supercopas de España como jugador. Olímpico con España e internacional absoluto y como entrenador pudo cumplir su deseo de ir a Inglaterra, después de asistir a Jose Mourinho tres temporadas en el Real Madrid, y como entrenador ascendió al Middlesbrough a La Premier.  Se refiere a esa experiencia como una de las mejores en su carrera y en su vida.  Le gusta entrenar pero si no disfruta no entrena. Algo muy parecido a la libertad.

¿Qué sensaciones le ha dejado la Selección de España en este Europeo que ha seguido muy de cerca como Observador Técnico de EUFA?

Desde el principio tenía mucha confianza en esta Selección por la frescura, por la ilusión y por la forma en la que les he visto encarar los partidos. La imagen que me dejan es tan buena que, aunque no se hubiera culminado con éxito, me habría quedado la sensación de que estábamos ante una selección de un gran nivel. Es un grupo muy ilusionante de cara al futuro porque transmiten en el campo con mucha convicción lo que son ellos  en el día a día y lo que Luis de la Fuente les ha inculcado.

Luis de la Fuente los conocía y les ha sacado partido…

Se dice mucho que Luis de la Fuente conoce desde muy jóvenes a todos sus jugadores pero es muy importante también el hecho de que, los jugadores conocen bien a Luis de La Fuente.  

El elemento determinante a mi juicio, además de la enorme calidad que tienen, es que están muy unidos y que eso lo llevan del vestuario al campo. Tenemos una Selección con gente muy joven, de muchísimo talento. Lamine Yamal y Nico Williams han sido la sensación del campeonato pero, unido a eso, tenemos el efecto de dos jugadores que para mí han sido importantísimos: Rodri y Fabián.  

Los dos han brillado a gran nivel..

Rodri es el jugador que a todo entrenador nos gustaría tener porque es la proyección del entrenador en el campo. En un partido pueden pasar muchas cosas y él tiene la virtud de saber corregir y reordenar. Con balón siempre resuelve y encuentra el pase que necesita la jugada; sin balón es el jugador que organiza al equipo y luego tiene la capacidad de ir a portería y hacer gol. Fabián, al que todos conocíamos, pero que al tener a Rodri al lado se le ha visto con mucha confianza y ha estado a un gran nivel. Ha usado muy bien la libertad que ha tenido para jugar con balón, para llegar, para asistir y para buscar el gol. Creo que ambos han hecho de nuestro centro del campo una línea muy solvente.

¿Qué le parece la Eurocopa de Ávaro Morata y qué le parece la dureza de las críticas que ha recibido?

Conozco a Álvaro Morata desde que tiene 16 años. Le conozco bien. En este Europeo los delanteros centros, en general, no han tenido mucho gol pero es que, en el caso de Álvaro , además del gol aporta al equipo un trabajo descomunal. Creo que ha sido clave para muchas cosas dentro y fuera del campo. Sin el esfuerzo de Morata, quizás Lamine y Nico no hubieran tenido el protagonismo que han tenido, Fabián puede que hubiese llegado menos, lo mismo que Dani Olmo o Pedri, antes de lesionarse. Creo que la aportación de Morata es importante en el terreno de juego por todo eso y, como capitán, en el vestuario.

Álvaro tiene algo que no puede evitar. Es de esos jugadores que no saben esconder sus emociones. Hay jugadores que son muy fríos y parece que ni sienten ni padecen pero él falla un gol y vemos que se va llorando. Yo creo que expresar las emociones no es malo. Hay que conocerle y, sobre todo, cuando lo ves desde el punto de vista de entrenador, valorar lo que hace en el campo.

Se ha vuelto a demostrar que el fútbol cambia las dinámicas emocionales de la sociedad

Esa es una de las cosas de las que me di cuenta cuando empecé a jugar al fútbol. Debuté con 19 o 20 años en el Athletic y mis amigos me pedían que ganásemos los partidos, pero sólo para que el profesor llegara el lunes a Deusto de buen humor. Imagínate, siendo un crío y comprobando que el buen o mal humor de un catedrático de Deusto dependían de que ganara el Athletic. Ahí, con cosas como esta, empiezas a darte cuenta de la dimensión social del fútbol. Esto trasladado a nivel de una Selección se multiplica, más cuando habíamos estado acostumbrados a ganar y hacía tiempo que no se ganaba.

Por lo que dice, por lo que hace y, sobre todo, por lo que deja de hacer, prioriza mucho el factor humano. Valora el ambiente del club y no tiene problema en salir si no le gusta lo que hay o lo que ve…

Salí de casa con quince años y con unos valores que entonces eran los normales, quiero pensar o me gustaría pensar que siguen siendo los normales. Tenía quince años y eso lo llevaba de casa pero es que fui a una cantera como la del Athletic, en la que todavía te los inculcan más y de ahí me voy al Real Madrid donde se siguen viviendo los mismos valores pero, además, te inyectan el gen ganador. En mi faceta de jugador esos valores fueron fundamentales para mí, tanto en mi primer equipo como luego en el Madrid. Como entrenador tengo muy claro que donde voy tengo que estar a gusto y eso quiere decir que mi familia tiene que estar bien. Luego, eso es muy importante, tengo que ir a la Ciudad Deportiva y tengo que ver una familia pero no sólo la de los jugadores, la de todos los que trabajamos allí. El jardinero, el que está en la puerta… todos. Es mi forma de entender esto y si no lo veo no tengo problema en salir.

Cuando Jose Mourinho sale del Real Madrid yo tengo tres años más de contrato. Jose me da la opción de seguir con él y el Real Madrid, como tenía contrato, la de seguir en el club. Sin embargo,  decido quedarme en casa. No seguí con Mourinho porque pensé que ya no iba a ser lo útil que debía ser y al presidente del Real Madrid, con el que tengo una magnífica relación, le dije que me iba a casa. Entendí que era el momento de iniciar mi camino y es lo que hice.

Antes de todo eso se produjo un momento especial en su carrera de futbolista, le llama el Real Madrid.

Me llamó Jupp Heynckes, que fue el que mi hizo debutar en Athletic con 19 años, yo tenía 23 en ese momento y una cláusula de 1000 millones que el Real Madrid estaba dispuesto a pagar. Por esa época habían llegado otros jugadores como Roberto Carlos por 500 millones y por mí iban a pagar el doble. Era una situación muy compleja. Mi hermano, que estaba también en el Athletic, no entendía cómo podía estar llorando y a punto de firmar por el Real Madrid. Una vez que decidí irme me di cuenta de que iba a dejar el club donde me había formado, la familia y a mucha gente que me había ayudado, desde compañeros hasta el presidente José María Arrate con el que tenía una relación casi de padre a hijo. Rafa Alkorta había vuelto del Real Madrid y también hablé con él y me dijo que ni lo durara.

Un chico de Bilbao que llega un vestuario de “estrellas” dentro y fuera del campo

Llegaba de un ambiente completamente diferente y me encontré con jugadores que lo habían ganado todo, con un aparcamiento lleno de ferrarisy, no es que yo viniera del pueblo, pero te sorprende ver esa pasarela de Versace, Armani… Luego en el vestuario y en lo humano eran personas fantásticas. Es increíble todo lo que se habla desde fuera sobre el vestuario del Real Madrid y, por mis experiencias de entonces y de cuando estuve de asistente de Mourinho, es un vestuario de una calidad humana enorme. Ahora acabo de coincidir con muchos en la Eurocopa y la gente se queda alucinada de cómo nos saludamos, parece que estamos juntos todos los días. A algunos hace años que no les veo y parece que fue ayer.

Llegar y besar el santo. No jugó la final por problemas físicos, pero hasta cuartos estuvo y le dio para ganar una Copa de Europa, la “imprevista”, porque no tenían ni champán para celebrarlo.

Es cierto, pero en los días previos hubo muchas cosas como esa con las que hacíamos bromas. Íbamos al entrenamiento en chándal, en un autobús sin personalizar que el club habría alquilado allí y veíamos llegar a la Juventus con su autobús oficial, con traje y decíamos: “Empezamos perdiendo 0-1”. Creo que en ese momento nadie daba nada por nosotros menos nosotros mismos. Teníamos a una Juventus muy potente como rival pero nosotros sabíamos que lo podíamos hacer. Cuando vi el vestuario antes de la final me impresionó. Las miradas entre nosotros, la tensión y la certeza de que estábamos ante una gran oportunidad, fue algo sobrecogedor por la fuerza que transmitía. Ganamos y después del partido celebramos con el champán de Juve.

Parece que el club no confiaba mucho…

Creo fue una mezcla de todo. Las ganas que teníamos de llegar, la forma en la que llegamos y, quizás, el hecho de que no teníamos mucha experiencia en llegar a finales de ese tipo porque hacía muchísimos años que el Real Madrid no llegaba. No creo que fuera falta de confianza, es que estábamos todos tan mentalizados en ganar aquella final que todo lo demás ni se tuvo en cuenta. Ahora, como están tan acostumbrados, seguro que esos detalles no se escapan.

Ganar fue una liberación para el club, un reencuentro con la historia del Real Madrid

Hacía 31 años que el Real Madrid no ganaba una Copa de de Europa. Ahora tienes a los críos y ya han visto, como mi hijo, ganar cinco o seis Champions. Cuando llegué al club notaba que había esa necesidad y que para la afición la Copa de Europa es el título por excelencia.

Quizás el menos valorado de aquella gesta fue Jupp Heynckes

Es el hábitat del entrenador. No tienes que detenerte en Jupp Heynckes , acuérdate de Vicente del Bosque que gana una Liga y al día siguiente ya no está. Cuando decides ser entrenador sabes que va a ser ingrato. En el momento en el que la cosa va mal eres el foco de todo. Lo decía Jose Mourinho, el entrenador tiene la misma responsabilidad cuando gana que cuando pierde. Cuando ganas parece que el mérito es de todos los demás y cuando pierdes eres el único responsable.

Al banquillo llega por el camino de un técnico “especial”, Jose Mourinho. ¿Cómo fue esa experiencia vista con distancia?

Si, pero antes que él tuve maestros que me enseñaron mucho. Es el caso de Ginés Meléndez, Juan Ramón López Caro o Luis Milla. Trabajé con ellos en la Selección antes de ir al Real Madrid. Meterme en un vestuario con Ginés fue muy importante. No tiene el nombre de  Jose Mourinho  pero si miras los títulos que ha ganado y cómo cambió la Federación con Ginés Meléndez, entiendes su nivel y su importancia para el fútbol español. Allí había jugadores como Isco, Morata, Koke, Sarabia, Sergi Roberto, Iker Muniain y  podías ver como Ginés, López Caro o Milla gestionaban su crecimiento futbolístico.

Sin embargo no estaba entre sus planes ser entrenador. De no ser por Fernando Hierro se hubiera perdido muchas cosas…

Cierto, me lo hubiera perdido pero es que, además, no sé qué hubiera sido de mí. Fue uno de los tantos consejos que me ha dado Fernando Hierro. Cuando dejas el fútbol pasas a una etapa que, al principio, es bonita porque puedes hacer lo que no has hecho en los últimos quince o veinte años pero cuando pasa esa etapa las paredes se te caen encima. Piensas en dónde te vas a ubicar y te das cuenta de que sólo has hecho fútbol. Fernando me empujó a dedicarme al banquillo y luego me dio una oportunidad en la Selección. Estoy muy agradecido…

Asistente de Jose Mourinho en el Real Madrid…

Desde la primera conversación que tuve con él personalmente, porque antes sólo nos habíamos cruzado en los campos de fútbol, se estableció un vínculo de gran confianza porque él una vez que entras en su equipo te hace muy partícipe de todo. Los más cercanos a mí se extrañaban de que, con sólo días de relación, la comunicación telefónica o por mensajes era continua y fluida. Luego la relación de lo profesional se vino a lo personal y fueron tres años en los que disfruté cada día y aprendí cada segundo de él y del resto del cuerpo técnico.

Hay un momento en ese proceso que recuerde con especial alegría, con satisfacción

Uno, sin duda, la Copa del Rey en Valencia que le ganamos al FC Barcelona con gol de Cristiano Ronaldo. Ahí acabamos de convencer a los que no estaban convencidos de que podíamos, no solo competir, sino ganar a ese Barça tan poderoso. En aquel momento se dieron la vuelta muchas cosas. Otro momento fue el de ganar la Liga (2012) de los récords, de puntos y de goles, en el estadio San Mamés.

Momento malo, sin duda, el de la semifinal de Champions contra el Bayern de Múnich. Ese año ganamos la Liga y parecía que era el año en el que estábamos destinados a ganar la Champions. Aquel día todo fue una fatalidad, sólo tienes que ver los tres que fallaron los penaltis: Kaká, Sergio Ramos y Ronaldo. Fue duro ver a Jose abrazándote, llorando y viendo que se había perdido una oportunidad clarísima para alcanzar algo que deseábamos mucho y que no llegó.

¿De la tensión con la prensa quién tenía más responsabilidad la prensa o Jose Mourinho?

No lo sé, muchas veces se busca el enfrentamiento desde fuera. Lo cierto, es curioso, que ahora la gente dice que se ha perdido un poco la salsa. Sobre todo en lo que rodea a los clásicos. El nivel de fútbol que había entonces era altísimo. En ese momento perder un partido era perder media Liga o la Liga. Ahora se puede perder o empatar, con todos los respetos, pero hay más margen. Ese poco margen para el error nos llevaba a todos a unos niveles de tensión enormes. Con respeto a lo otro, creo que se vivía mucho más fuera que dentro del vestuario.

¿Cómo era el día a día con Jose Mourinho?

En cualquier caso el día a día con Mourinho era un aprendizaje permanente y había momentos puntuales donde la cosa era extraordinaria. Recuerdo un partido en el Nou Camp que íbamos ganando en el descanso 0-1 y el vestuario estaba excitado porque los jugadores se veían ya campeones de Liga y Jose, con esa tranquilidad que tiene en los momentos que tiene que tenerla, les dijo que podía ser un año fantástico, que estábamos a 45 minutos de dar un paso importante para ganar la Liga pero que todavía no habíamos hecho nada y que lo normal era que el Barcelona, con el equipo que tenía, nos marcara un gol pero que no nos preocupáramos, porque si marcaban se iban a abrir e iban a ir a por el segundo y que ahí nosotros marcaríamos en una contra. Cuando escuché eso lo achaqué a la típica charla de motivación pero salimos, el Barça marcó el empate y nosotros a continuación el 1-2. Le miré y me guiñó el ojo como diciendo: “Algo sé de esto”.

¿Al fútbol inglés se fue como entrenador para sacarse una espinita que tenía clavada como jugador?

Como futbolista me quedé con ganas de ir a Inglaterra. Estuve en EEUU pero no pude jugar allí. Como entrenador, cuando surgió la oportunidad no tuve ninguna duda y siempre digo que tuve la mejor y la peor suerte del mundo al caer en el Middlesbrough . La mejor porque, al ser mi primera experiencia en un país extranjero, dar con unos dueños como Steve Gibson y M. O’Neill, que nos adaptaron como una familia fue una suerte y la peor porque sabía que cuando saliera de allí me iba a costar mucho encontrar algo parecido.

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