José Luis Pérez Caminero (Madrid, 1967). Caminero conserva la apariencia de futbolista. Su relato es tranquilo. Desde joven tuvo la idea de ser profesional del fútbol y en ello se empeñó, sin vincular ánimo y tenacidad, a los regates que pudieran hacer los clubes o las gentes que organizan el fútbol; siempre confió en que su trabajo y la pelota lo ha conducido por el buen camino para cumplir sus objetivos.

Quería jugar al fútbol y ha jugado, menos de lateral zurdo y de portero, de todo. Es entrenador pero no ha ido por ahí su carrera fuera del campo. Como futbolista tuvo dos etapas importantes en el Real Valladolid y una, troncal, en el Atlético de Madrid. Allí encontró una figura que él califica de “muy especial” para su carrera deportiva y para su faceta humana, Jesús Gil.

Distingue entre jugador de fútbol y futbolista y cree que, por ver a un futbolista, es por lo que merece la pena pagar una entrada.

Ha visto ganar a la Selección española y, rememorando su tiempo como jugador internacional, asegura que nunca había percibido un grupo tan unido, desde el presidente al utillero, a los médicos o al jefe de prensa. Lo que ha hecho la Selección lo califica de increíble.

Cuando hablamos del Atlético de Madrid, asegura que los futbolistas que vistan esa camiseta deben ser cosncientes de lo que representa y de la historia que hay detrás. Al referirnos a una hipotética venta del Atlético de Madrid es algo que, sencillamente, no concibe.

Usted nace futbolísticamente de un mestizaje Atlético de Madrid/Real Madrid. ¿Cómo fueron aquellos primeros pasos?

Mis inicios fueron un poco raros. Yo jugaba en un equipo de barrio y, paradójicamente, quién primero me lleva a hacer una prueba es el Atlético de Madrid. Estuve, en edad infantil, un mes entrenando con el Atleti y al final el club me comunicó que no tenía nivel para jugar en su infantil y volví al Zarzaquemada (Leganés). A las tres semanas me llamó el Real Madrid. A partir de ahí estuve seis años en el Real Madrid y fui feliz. Un niño siempre quiere jugar en los mejores equipos de la ciudad y yo estaba cumpliendo ese sueño. Mi paso por la cantera del Real Madrid me aportó mucho y guardo, como en realidad de todo mi proceso de formación en mis primeros equipos, muy buenos recuerdos.

La cantera del Real Madrid produce muy buenos jugadores pero, curiosamente, para otros equipos. Estar en la primera plantilla blanca es complicado para los canteranos…

Es una cantera muy buena. La Fábrica produce excelentes jugadores pero es que la exigencia en el Real Madrid es máxima y, cuando llega tu momento, dependes también del momento del primer equipo. Si el primer equipo está bien como ahora, que puede que sea el mejor equipo del mundo, es muy complicado tener un hueco ahí. Todos parten con esa ilusión pero, al final, si no llegas a ser jugador del Real Madrid se te abren las puertas de otros equipos de muy buen nivel.

Sale del Real Madrid, despúes de haber estado a las puertas del primer equipo y llega al Real Valladolid…

Para mi fue un objetivo cumplido, porque lo que quería era quemar las etapas que me planteaba desde pequeño. Mi ilusión era jugar al fútbol profesionalmente, que ya lo hacía en el Castilla, y jugar en Primera División y lo iba a hacer en el Real Valladolid. No supuso un trauma anímico salir del Castilla, todo lo contrario. Sabía que mi carrera en el Madrid era muy difícil, además coincidiendo con la “Quinta del Buitre”. El Valladolid estaba en un gran momento, jugaba la Recopa y yo tenía en mi mano jugar en Primera. Todo era perfecto porque iba a un club que me quería.

¿Futbolísticamente se aclimató bien en Pucela?

Fue duro. Venía de jugar cien partidos en Sengunda División pero cuando aterricé en Primera no tenía nada que ver. Me costó mucho adaptarme a la velocidad del balón, a los esquemas, a los ritmos del juego…de hecho la primera vuelta jugué muy poco. Hay que tener en cuenta que yo venía de Segunda y que aquel equipo había jugado la final de la Copa del Rey y estaba hecho. En enero cesaron al entrenador y llegó Pepe Moré que se fijó en mí, me cambió de posición y me dio confianza. Llegaba como un jugador de ataque y Moré me colocó de central. Arranqué con él de central y no volví a salir del equipo. Es muy importante que tú creas en lo que haces y que el entrenador crea en tí, son dos cosas fundamentales y se dieron.

¿Cómo cree que debe ser la relación entrenador/jugador?

Cada caso es diferente porque depende del carácter del entrenador y de la personalidad del futbolista. Lo que está claro es que es muy dificil mantener contentos a 25 “hijosdeoputa”. Nos reímos con nuestro compañero de vestuario pero al día siguiente, cuando el míster da la alineación, quiero jugar yo en lugar de él. La tarea del entrenador es complicada porque tiene que conjugar muchos sentimientos, muchos egos y a partir de ahí saber qué cualidades tiene cada jugador, para poder elegir un once que salga y que sea capaz de realizar en el campo lo que él tiene en su cabeza, con el único obetivo de ganar los partidos.

La mayoría de los entrenadores que he visto tenían un denominador común, casi todos sabían claramente lo que querían. Los que no tenían una idea fija para plasmarla en el campo, terminaron siendo cesados. Creo que todos analizan las plantillas y a partir de ahí aplican una idea con la que van hasta el final, intentando sacar lo máximo del equipo. Si no eres capaz de hacer eso te va a ir mal, no eres entrenador.

Hábleme de Pacho Maturana…

Maturana tenía una forma muy diferente de entrenar y de entender el fútbol. Nosotros entrenábamos ocho horas diarias. Eso era entonces una barbaridad, ni en pretemporada se entrenaba tanto a pesar de que se hicieran. algunas veces, tres sesiones. El equipo estaba casi todo el día en la Ciudad Deportiva, entrenando por líneas, viendo vídeos, esquemas, estudiando al equipo contrario. Hacíamos mañana y tarde durante toda la temporada. Era un entrenador que todo el mundo quería ver porque tenía algo absolutamente novedoso. Durante todo el año pasaban entrenadores interesados en sus métodos, sobre todo durante el primer año que el equipo funcionó muy bien. Hicimos grandes partidos en los campos más difíciles. En el Nou Camp perdimos pasado el minuto 90. En el Santiago Bernabéu caímos 1-0 y muy injustamente…creo que fue un año en el que el Real Valladolid hizo cosas diferentes y no pasaron desapercibidas. Con Pacho Maturana vinieron jugadores que conocían perfectamente los sistemas del entrenador, Valderrama, Leonel, Higuita y, salvo René Higuita que se fue pronto, el resto se adaptáron muy bien al equipo y a la ciudad. Sobre todo Leonel Álvarez.

¿Cómo se juega de central teníendo detrás a Higuita cómo portero?

A los defensas nos ponía siempre en alerta máxima, no podías bajar la guardia porque nuestro sistema de juego nos obligaba a estar treinta o cuerenta metros por delante del portero, con una línea cercana al medio campo y el portero como un libre. A René lo conocía perfectamente el míster y sabía que jugaba bien con los pies para poder hacer esa función. Higuita era un adelantado a su tiempo. Ahora si el portero no juega bien con los pies parece que es menos portero. Hace veinte años René regateaba al delantero, hacía pases, le pegaba con las dos piernas y era capaz de jugar a veinte metros de su portería. Lo que hacen ahora el Manchester City con Emerson o el Barça con Ter Stegen, lo hacía con naturalidad el colombiano entonces…un poco loco estaba, era un tío muy peculiar y muy buena persona. Recuerdo que, además de su trabajo específico de portero, siempre se metía en las pachanchagas y era muy activo, por eso jugaba tan bien con el pie.

Pero no se adaptó…

El problema es que ellos, todos los colombianos, venían de jugar en los equipos más grandes de su zona. Jugaban siempre para ganar la Liga y nosotros erámos un equipo de Primera División pero sin esa expectativa. En realidad el Real Valladolid jugaba para no descender y eso ellos no lo entendían, se les quedaba corto. Tampoco Maturana supo adapotarse a esa realidad. Pacho venía de la Selección de su país y llegó a España con la idea de que podía cambiar el fútbol español y que el Valladolid iba ser su puerta para entrar en un grande de la Liga española, para poder competir al más alto nivel en Europa; no conseguirlo los acabó frustrando.

El fútbol es siempre el mismo pero, en cada caso, se presenta de manera distinta…

Siempre digo que el fútbol tiene una cara buena y una cara mala. La mala es la que se ve cuando lo que uno ha soñado, por lo que ha trabajado, no se cumple. Eso lo he vivido yo. Estuve apunto de firmar por el Real Madrid, dos años después de llegar a Valladolid y ese traspaso se truncó. Al año siguiente, despues de haber estado apunto de volver al Real Madrid, el Real Valladolid bajó a Segunda y en un arco brevísimo de tiempo pasé de poder jugar en el Madrid a descender con mi equipo.

Cuando terminas de ser consciente de lo que ha pasado puedes hacer dos cosas, hundirte o pensar que tienes que seguir, por tí mismo, y por todas las personas que confían en tí, te apoyan y están en los malos momentos. Esa fue mi salida después de aquello y, al final, el fútbol te lleva. El Real Valladolid ascendió y yo salí para jugar en el Atlético de Madrid y unmes más tarde estaba en la Selección española.

Si alguna vez piensas que el fútbol no es justo contigo no debes pararte. Si te paras te equivocas. Al final tú tienes que ser lo que eres y si te gusta lo que haces, pelear por eso. A mí me han dicho muchas veces que era un poco indolente, que no me he exigido suficiente, incluso, que no me gustaba el fútbol y que me faltaba la mentalidad necesaria. No es verdad, he tenido la mentalidad porque me gusta este deporte y me gustaba jugar bien al fútbol para dar lo mejor a la gente que viene a ver los partidos. Siempre he dicho que hay jugadores de fútbol y futbolistas. Jugadores de fútbol hay muchísimos, te dan una pelota, una camiseta, corres para arriba y para abajo y ya eres jugador. Ser futbolista es otra cosa, es el que se divierte y divierte a los demás con lo que hace. Es aquel por el que merece la pena pagar una entrada e ir a verlo. Es muy dificil ser futbolista pero la ilusión la debes tener siempre.

¿Considera que ha sido futbolista?

Lo que he sido siempre es alguien con personalidad que, además de los criterios y de los esquemas que marca un entrenador, he tomado iniciativas y he hecho cosas para disfrutar y divertirme en el campo. Si no eres capaz de hacer eso, no merece la pena jugar al fútbol para sufrir y vivir encasillado dentro de un terreno de juego. Entiendo el fútbol cómo algo que te gusta y que, mediante tus recursos, lo expresas para que la gente lo vea y pueda disfrutar contigo.

¿Qué tuvo que ver Futre en su fichaje por el Atlético de Madrid?

Recuerdo que, el año antes del descenso con el Real Valladolid, enfrentándome a Futre me hablaba en mitad del partido y una de las cosas que me decía era eso: “A tí te vamos a fichar para el Atlético de Madrid, ya verás como vienes con nosotros”. Esas son cosas que se dicen en un partido. No sé si tendría algo que ver.

Lo cierto es que el Atlético de Madrid estaba buscando un central porque Juanito, el canario, se iba a marchar y necesitaban alguien para el puesto. Paradójicamente yo firmé y luego Juanito renovó y nos juntamos seis centrales. Llegó un entrenador brasileño, Jair Pereira, y me colocó de medio centro. Cada entrenador que ha pasado por mi carrera me ha ido cambiando de posición en el campo. No sé si es bueno o malo, creo que es bueno. Antic llegó y me puso en la banda derecha y ahí fui campeón de Liga y Copa, marqué 14 goles, me consolidé en la Selección y Clemente me utilizaba de central o de segundo punta. Era raro pero me gustaba porque entiendo el fútbol así, sin corsés predeterminados. He jugado, menos de lateral zurdo y de portero, de todo.

El Atlético de Madrid de Jesús Gil…

Cuando llegó vimos una manera diferente de dirigir un club. Quería formar un equipo capaz de competir con Real Madrid y FC Barcelona y que ganara títulos. Era su obsesión y pensaba un poco como presidente y un poco como forofo del Atleti. Para mí es una de las personas que más me han marcado en el fútbol. El día a día con él era una sorpresa. Siempre había algo distinto, algo diferente. Nunca sabías lo que podía pasar al día siguiente y eso te mantenía despierto, alerta. La verdad es que los cinco años que estuve con él fueron para mí muy especiales.

¿Qué era la Sala de los rotuladores?

Había una sala que la llamábamos así. El club había tenido un bingo que después cerró. Al lado del despacho del presidente había una sala con una mesa de ocho metros y allí llevaron todos los rotuladores azules del bingo. La imagen era una mesa larguísima llena de rotuladores. Esa era la sala donde, muy a menudo, nos citaba porque el equipo los dos primeros años no funcionaba. Gil nos llevaba allí para hacernos ver el club dónde estábamos y la camiseta que defendíamos. Es cierto que algunos jugadores no sabían verdaderamente en qué club estaban. Es una cosa que yo entiendo porque, a veces, se necesita esa presión para saber dónde estás jugando. El jugador de fútbol hay momentos en los que se evade y es bueno que se recuerde la historia del club y el Atlético de Madrid es un equipo con mucha historia y los jugadores deben conocerla para defenderla como se debe. Por el Atleti han pasado grandes jugadores y, por lo que sea, en este club no llegaron a demostrarlo. No creo que fuera por la presión que se ejercía sobre la plantilla porque eso a los grandes jugadores no les debe afectar pero, había que ganar siempre y eso no es fácil. Hay equipos en los que puedes ganar, empatar o perder pero en el Atlético de Madrid hay que ganar hoy, mañana y pasado.

¿Qué supuso la llegada de Antic?

Antic lo cambió todo en el Atelti pero todo, es todo. Junto con Miguel Ángel Ruiz, que era el director deportivo, cambiaron hasta el más mínimo detalle, todo sufrió una renovación o deasapareció para ser de otra manera. Antic cambió la pretemporada, los viajes, la ropa, la forma de entrenar…creó un buen ambiente desde el principio. Nos inculcó la costumbre de las convivencias, algo nuevo para nosotros. Fomentaba el grupo a base de reuniones y comidas en cualquier sitio. Cada semana inventaba algo para cohesionar el grupo y lo más importante…empezó la Liga y ganábamos.

También le dio vuelta al sistema habitual del Atlético de Madrid…

Transformó la mentalidad del equipo, cambió la forma de atacar los partidos. El Atleti era el equipo del contraataque y cuando llegó Antic se acabó. Nosotros jugábamos con la pelota, si teníamos que dársela doscientas veces a los laterales, se la dábamos sin problema. A Molina, como ocurría con Higuita en el Valladolid, Antic le obligaba a jugar 20 metros fuera de la portería, era nuestro libre. Jugábamos a diez metros de la línea de centro, tuviéramos la pelota nosotros o ellos. Es cierto que, cuando él vino, teníamos a Quico Narváez y a Lubo Penev que eren dos jugadores buenísimos.

¿Se siente un poco “culpable” de la etapa actual del Atlético de Madrid?

Llegué en una etapa muy complicada y cuando me marché creo que la situación era totalmente distinta, para mejor. Hubo dos o tres temporadas en las que yo estuve, que fueron la base de que el equipo sea lo que es hoy. En un club todo el mundo tiene que estar en la misma sintonia y ese entendimiento se dio.

¿Cómo se llegó a la “solución” Simeone?

Simeone creo que está hecho para el Atlético de Madrid y el Atlético Madrid para Simeone. Lo reune todo, imagen, carácter, idea de juego. Tiene lo que la gente quiere, lo que el club quiere y lo que él mismo quiere. Están hechos el uno para el otro. Son almas gemelas cómo lo fueron Fergusson y el Manchester United. Es increíble, por inusual en España, que un entrenador lleve 13 años en un club y que la gente lo acepte más cada día.

Sin embargo, sobrevuela a menudo el fantasma del fin de ciclo

En el fútbol no hay ciclos, hay objetivos. Si tú cumples esos objetivos no hay ciclos. En esto los buenos o los malos rollos están en ganar o no ganar. Creo que en el mundo del fútbol hay que adaptarse e intentar superarse. Cuando tienes más dinero aspiras a unas cosas y con menos a otras. Lo que si me gusta es que los equipos compitan hasta el final o por lo menos hasta casi hasta el final y que el Madrid te meta 20 puntos y el Barcelona otros tantos, para mí, no es competir.

Griezmann y Joao Félix…dos realidades asimétricas

Griezmann es un jugador top que el Atlético tiene la suerte de disfrutar en los último años. No ha habido demasiados jugadores de ese nivel en el Atleti, en realidad, muy pocos.

En el caso de Joao Félix, el Atlético de Madrid nunca ha sido su lugar. Pero no se ha equivocado él, se quivocaron los que lo llevaron ahí. El mejor contexto de Joao Félix no es el Atético de Madrid. ¿Cual es su lugar?. Es difícil. Técnicamente es muy bueno y eso lo tiene pero, quizás, lo que él no ha sabido hacer es responder a la exigencia del club en el que está jugando. El fútbol es un deporte colectivo y debes adaptarte a lo que te rodea pero al final el jugador quiere verse en el “cajón”, ganando. Lo mismo él llegaba con otras expectativas pero no sé qué le contaron antes de venir. Lo que si es verdad es que a los aficionados nos hubiera gustado ver el lado positivo y la clase que tiene porque, por eso, merece la pena pagar una entrada.

¿Le dolería que el Atleti se vendiera a un capital extranjero?

No lo concibo. Sin la familia Gil, no entiendo el Atlético de Madrid.

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