José Luis López, "Minutos" y Rafa Huertas

El fútbol tiene una versión que se publica a diario, es la de salir y que se te vea y luego, como todo en esta vida, tiene otra faz que se usa para andar por casa y que pocas veces se proyecta al exterior. Más allá de esas noticias que a los equipos o a los jugadores, les interesa que sepan, lo que ocurre en los vestuarios o en el corazón de los partidos, casi no transciende. Hoy me ha caído de la nube del tiempo, de ese pretérito imperfecto que a veces, en el fútbol nos gustaría que volviera, una historia que me apetece contar.

La temporada 78/79 el Real Jaén CF jugaba en Segunda  y estableció un lazo de filialidad con el Iliturgi, histórico equipo de la provincia de Jaén con uno de los mejores campos de hierba natural, “San Eufrasio” que ya no existe, víctima de los tiempos pero que ha tenido prolongación, al menos en la hierba natural. El nuevo campo lleva hoy el nombre de, «Sebastián García Laguna», otra leyenda inolvidable del fútbol iliturgitano.

Aquella relación sirvió para que muchos jugadores y algunos entrenadores que dependían del Real Jaén, defendieran la camiseta iliturgitana: Lorite, Toto, Cuesta, Martínez, Serrano, Espinosa, Rafa Huertas, Ramón, Moral y Nano, entre otros muchos, pasaron por Andújar.

Podríamos, abierto ya el melón de las anécdotas, contar muchas, pero nos quedamos con esta que nos llega narrada por uno de sus protagonistas, Minutos. José Luis López Ruiz, Minutos, es uno de los más emblemáticos jugadores iliturgitanos, centrocampista ofensivo, que pertenecía a aquel Iliturgi filial del Real Jaén. Mintuos, empezó en los juveniles del Iliturgi y defendió durante más de una década los colores del primer equipo de su pueblo. Fue capitán del Iliturgi en un partido muy especial que se jugó en casa: Iliturgi- Sevilla A.T. Sin duda es uno de los mayores exponentes de la fértil cantera iliturgitana y forma parte, por derecho propio, de la historia de este club.

Por el Iliturgi de la filialidad pasaron varios entrenadores, a saber, Antoñete, el argentino Mario Leardi y el gaditano Manuel de la Torre, Latorre, que antes había entrenado a Ceuta, Mérida o Ibiza entre otros equipos. Él, Latorre, es también protagonista de esta historia y aparece como “inductor” del hecho que contamos.

Rafa Huertas, el que lo recuerda lo sabe bien, tenía una forma muy intensa de producirse sobre el terreno de juego. Jugó en el centro del campo y en la defensa y aquella intensidad le llevaba a ser muchas veces víctima de las tarjetas.

El Iliturgi disputaba el último partido de la primera vuelta en el Vivar Téllez de Vélez Málaga y comenzaba la segunda, contra el Atlético Malagueño en La Rosaleda. Rafa Huertas iba a Vélez al límite, si le sacaban una tarjeta no podrían jugar frente al Malagueño. Conocedor del riesgo, el entrenador iliturgitano ideó una estratagema, bastante común por aquellos tiempos en los que no había unos controles tan sofisticados como los de hoy.

Para curarse en salud,  Latorre pensó que lo mejor era hacer un cambio de dorsales y que en el campo del Vélez, Rafa Huertas llevara el número de Minutos y al revés. Minutos era un jugador más calmo, menos aguerrido y más tranquilo en situaciones límite; era el futbolista ideal para que suplantara a Rafa Huertas. Sobre el papel la idea tenía sentido, Minutos era un futbolista sobre el que, normalmente, recaerían las faltas y el riesgo de recibir una tarjeta era remoto. Así las cosas Rafa jugó con el 8 de Minutos y Minutos con el 6 de Rafa. Todo fue tan perfectamente escenificado que no hubo ni sospechas ni alteraciones. La teoría funcionó sin problemas. Pasemos a la práctica.

El fútbol es impredecible y, en un momento, todo el plan urdido por Latorre se desmoronó porque, en un lance del juego se produjo la única jugada que el técnico iliturgitano no había previsto o daba por muy improbable. Minutos, en una acción seguramente inspirada por el dorsal que llevaba, el 6 de Rafa Huertas, hizo una entrada propia del titular de la camiseta y vio la tarjeta amarilla, es decir, Minutos hizo lo que no estaba previsto y Rafa Huertas vio «en diferido» la tarjeta que le impedía jugar el partido contra el Atlético Malagueño. El mundo al revés.

En el banquillo azulgrana, Latorre estupefacto veía cómo el fútbol le arruinaba su ardid devolviéndole, al modo de la más pura picaresca española, un balón envenenado. Todo al reves. Como consecuencia, Minutos jugó el siguiente partido en la demarcación de Rafa Huertas, Rafa no jugó. El resutado fue 1-0 a favor del At. Malagueño. El fútbol también tuerce sus reglones para escribir. Al final, todo lo que podía salir mal, salió. Fútbol, es fútbol decía Miljan Miljanic. Los partidos los dibujan los entrenadores en su pizarra, los recrean en su cabeza de noche y de día pero, mientras no lo inventen de nuevo, este deporte depende de los jugadores, del balón y de la suerte en sus dos versiones, la buena y la mala.

José Luis López, Minutos, cuenta esta anécdota de la que fue protagonista pero podría escribir un libro con las experiencia de esos años y de los que luego vinieron, muchos, junto a su entrañable amigo Miguel Angel Luque. Personas con historia que han hecho la historia del fútbol en la provincia de Jaén

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