Marc Cucurella estuvo anoche en «La Revuelta», un programa que con su nueva identidad compite, felizmente, en «Primera División». Es decir, donde pueden estar todos los espectadores que no alcanzan a pagar, por ver, un espacio en la «SuperligaTV».
Desde hace tiempo sigo por esa curiosidad, entre profesional e intuitiva, la carrera de este futbolista criado en el FC Barcelona y que peregrinó, a base de cesiones y traspasos, por diferentes equipos. En la Liga española Eibar y Getafe y en Inglaterra, Brigthon. Fue en La Premier donde emergió, proyectándose en su verdadera magnitud, hasta el punto del que el Chelsea «descerrajó» el talonario y pagó un cantidad que él, anoche en «La Revuelta», acotó en 65 millones de euros.
Luego vino todo lo demás. Momentos difíciles, entre otras cosas por el lastre de los millones pagados y porque a los ingleses, cuando se trata de España, o los pasas por encima o no te reconocen. Felizmente el fútbol es insobornable, el fútbol, no los que manejan el fútbol, y Cucurella llegó a lo que José Luis Mendilibar, que lo tuvo en la Sociedad Deportiva Eibar, explicó de esta manera: «Es un jugador que, de primeras, no lo pondrías nunca pero cuando lo pones, no lo quitas jamás». Jugó y Luis de la Fuente, Seleccionador Nacional, comenzó a llamarle.
España debutó contra Croacia en la Eurocopa, que acabó ganando. En el primer partido Marc Cucurella me encandiló. Todos los previsibles estuvieron, Lamine Yamal, Nico Wiliams, Rodri...pero «Cucu» me adelantó, con ese perfil «velzquiano», la pincelada española que iba a definir, de forma aplastante, el torneo. Los partidos, con sus más y con sus menos, fueron certificando que la Selección española tenía algo, de lo que carecían las demás.
Ese lateral al que seguía desde hacía tiempo, fue protagonista inesperado. Cumplió siempre: ataque con consecuencias, ayudas vitales al medio campo y correcta defensa, en su espacio natural. Foco principal de atención por una mano, puede que la mano de Dios 2.0, y pase en semiparábola tendida, que Oyarzabal convirtió en Eurocopa para España.
Anoche, David Broncano, en esa divertida escenificación de no entender, que te roba la sonrisa sin que te des cuenta, en un acto reflejo, hizo con Cucurella una faena en la que esa interacción no acordada, proyectó el perfil pícaro y tímido a la vez, del lateral.
Marc Cucurella representa a esa sección de futbolistas que, con talento, deben hacer un esfuerzo mayor para estar en el «cajón» de los ganadores. Personalidad, fe y capacidad de trabajo, lo han llevado hasta ahí.
Fue un placer ver cómo Broncano y Cucurella bailaron la danza de los sobreentendidos y las pullas amables para, finalmente, resolver con un «cruce» imposible entre Rita Payés, trombonista, de Vilassar de Mar y su vecino de Alella, que dejó muy claro que el fútbol es mucho pero que, afortunadamente, no lo es todo.