Ismael Almazán. –

Siempre me han llamado la atención los nombres de jugadores que, por coincidir generalmente con hermanos, añadían a su nombre futbolístico I, II o incluso III. Era una manera de distinguirlos, sobre todo si jugaban en el mismo equipo. Me vienen a la memoria los bilbaínos; Rojo I y Rojo II, los ché Claramunt I y Claramunt II, los santanderinos; Gento I, Gento II y Gento III, o los jiennenses; Serrano I Serrano II, Huertas I  Huertas II y Haro I  Haro II. En otros casos no sucedía esto al conocerse uno por el nombre y al otro por el apellido o simplemente por no coincidir en tiempo y lugar.

Por mediación de mi amigo Vicente Bejarano, durante mucho tiempo  ligado al futbol, primero como jugador de las categorías inferiores del Sevilla, después en el Sevilla AT. y pasada esa época de jugador como miembro de la Real Federación Andaluza de Fútbol en la Escuela de Entrenadores y en el Colegio de Entrenadores, conocí un caso de hermanos que jugaron en el Real Jaén sin necesidad de añadir el número ordinal a su nombre por no coincidir en tiempo y lugar. Eran Antonio  y Luis Bejarano, sus tios.

El Real Jaén siempre se ha nutrido de entrenadores y jugadores sevillanos. Recuerdo entre los primeros a Manolito Ruiz Sosa y de comentarios a Antonio Vega, entre los segundos a Bomba, Ramoncito, Manolo Haro, Leflex,  Hopa, Pelé, Layoza, Margarito Flores, Manolo Jiménez y un largo etc.

Cuando Vicente me contaba la pasión con la que hablaba su tio Luis Bejarano de Jaén y del Real Jaén, despertó mi curiosidad y la nostalgia con la que me embadurno cada cierto tiempo. Esta historia llamó poderosísimamente mi atención y decidí conocer más de cerca esta tripleta de amor, futbol y recuerdo.

VISITA A JAÉN Y EL REENCUENTRO EN SEVILLA

La primera vez que hablé con Luis Bejarano fue por teléfono. Se mostraba muy cómodo hablando de su Real Jaén y trasmitía en sus palabras una mezcla de satisfacción y alegría que hasta ese momento no había percibido en nadie. Volvimos a comunicarnos varias veces más y me contaba las ganas que tenia de hacer una visita a Jaén pero que, por su estado de salud, dependía de su familia.

Meses después viajó a nuestra ciudad y tuvimos la oportunidad de conocerlo en persona mi amigo Antonio Gonzalez, gran aficionado al Real Jaén,  y yo. Aquel encuentro, en la Alameda junto a la Plaza de Toros y rodeado de los suyos, fue muy efímero pero intenso y agradable. Ambas partes nos quedamos con ganas de más y prometimos volver a vernos y…llegó ese reencuentro pero esta vez en Sevilla. Un sincero abrazo y unas palabras de bienvenida. Nos acomodamos en una terraza de verano. Ese fue el preámbulo al relato que Luis nos iba a contar.

Sabes Ismael, yo prefiero vivir en La Puebla, es más tranquilo, nos conocemos todos y es tierra de grandes cantaores y grupos rocieros que tanto me gustan. Del barrio es Guillermo del grupo Ecos de las Marismas, toreros como Morante de la Puebla y jugadores internacionales como Enrique Lora. Algunos vistieron la camiseta blanca del Real Jaén como Pelé y Ramoncito, ambos fallecidos. Todos somos una familia. Además, desde mi casa, puedo sentarme tranquilito a ver los barcos pasar por el Guadalquivir.

¿Siempre has vivido en La Puebla?

No, de pequeño vivía con mis padres y hermanos en el campo. Mi padre Francisco trabajaba en la agricultura y mi madre Dolores en sus labores de casa. Recuerdo aquellos tiempos con mucho cariño. Allí me crie con todos mis hermanos. Soy el benjamín de la familia y ya el único que queda vivo. Todos han fallecido, Francisco, Antonio, Eugenio, Manuel y Venancia,…Por cierto, Antonio también fue futbolista y jugó en el Real Jaén un par de años antes que yo.

Bueno, como te iba diciendo, vivíamos en el campo hasta que un buen día nos mudamos al pueblo pero claro, seguíamos en el campo trabajando y teníamos que volver allí. Recuerdo que el desplazamiento lo hacía en bicicleta. Después mi padre se quedó con un bar en el pueblo y definitivamente, nos afincamos en La Puebla.

¿Y de tus retoños ha salido alguno que siguiese tus pasos?

Nada. He tenido dos hembras y un varón y por ahora 5 nietos y un biznieto. Trabajan en una tienda de móviles y en un banco. Solo mi hijo se ha dedicado a este mundo como entrenador en el pueblo y le ha ido bastante bien con el primer equipo, lo ascendió años atrás pero ahora trabaja con los chavalines, ya sabes, él se encuentra muy a gusto con ellos y ahí sigue.

Háblame de Antonio.

Antonio era muy buen jugador. Estuvo en el Sevilla juvenil y al terminar esa etapa jugó en muchos equipos. En aquellos tiempos no había la seguridad que hoy en día tienen a la hora del cobro y tenías que cambiar de club para buscar el sustento. Jugó en el Coria, Puerto Real, Puebla, Portuense, Balón de Cádiz, Real Jaén, Eldense, Avilés, Abaran en 2ª división y Mérida”. En el Real Jaén estuvo allá por 1963. Era un central fuerte y con un gran disparo. Era el encargado de tirar los penalti y faltas. Murió con 74 años.

¿Tú también eras defensa?

No, la verdad es que no nos parecíamos mucho. Lo que si tenía como él era un buen disparo. Yo jugaba de extremo izquierda y aunque era diestro, dominaba ambas piernas y era más rápido pero no era un gran goleador.

¿Cómo llegó el Real Jaén a tu vida?

 Bueno, todos antes de llegar a un equipo tenemos un recorrido más o menos largo en otros clubes y categorías y yo no iba a ser menos. Como cualquier niño, he jugado en las calles con los demás chiquillos, ya sabes, dos piedras formaban la portería y el más flojito de portero. Partidos que duraban de Sol a Sol. Cuando tuve mis añitos  me firmaron para sus equipos de juveniles el Loreto y Coria. Ya con dieciocho años formé parte de la primera plantilla del Coria, de ahí al Sevilla AT (donde jugué en el mismo SevillaFC pero en partidos amistosos), Écija, Utrera, de nuevo Coria, Real Jaén, Tortosa y otra vez al Coria donde me retiré con 24 años.

Cuando llegué a Jaén estuve viviendo en un piso de Peñamefecif, concretamente en el número 3 de la Avda/ de Barcelona con mis compañeros Avelino y el portero Alonso. Los demás compañeros que venían con las familias al poco tiempo tuvieron que mandarlas de nuevo a casa con familiares porque no había ni para lo más elemental, un desastre económico.

El presidente del club se apedillaba Pino que se dedicaba a la venta de coches y el entrenador Antonio Vega que después se marchó a las categorías inferiores del Sevilla. Fue sustituido por González de Granada pero al final se quedó Antoñete.

Por aquel entonces, las defensas eran muy duras y el jugador no estaba tan protegido como hoy en día. Afortunadamente, salvo la lesión que tuve en el tobillo en una disputa con el padre de Monreal,(Entrenador del Antequerano el día de la derrota de la temporada 83/84) aquel que jugó en el Málaga, no tuve percances mayores. Es cierto que al ser un jugador rápido, me salve de muchos golpes. No fui un gran goleador pero aporté mucho cada domingo para que otros aprovechasen cada jugada. Lo peor fue el parón de la mili, me destrozó.

¿Con qué jugadores coincidiste en Jaén?

Era el año 1965 y recuerdo, que me perdonen si me olvido de alguno, a Ginesin, Tucho, Alonso, Beltrán, Heredia, Cáceres, Arturo, Paz, Mulita, Caballo, Curro, Vila, Suárez Reyes, Reina, Pedrosa, Celestino,…eran buenos compañeros y en casa daban la talla pero el equipo fuera se arrugaba un poquito. En un partido que ganamos 1-2 en Algeciras recuerdo que el árbitro pitó una falta al borde del área a su favor y como en el equipo rival había un tal Periquito, jugador bajito pero con un golpeo muy fuerte, nadie se quería poner en la barrera. Bueno, después de… “que si tú que si yo”, lanzó Periquito y me llevé yo el pelotazo y para colmo el árbitro hizo repetir la falta. Jajaja.

La verdad es que había buena calidad y prueba de ello fue que al final de temporada, Juande, el secretario técnico traspaso al Mallorca a Juan Reina y al portero Heredia y el linarense Suárez Reyes terminó en el SevillaFC. A mi personalmente me gustaba mucho Vila, desafortunadamente tuvo un trágico final una vez retirado.

A medida que Luis iba hablando, se iban iluminando sus ojos, unos ojos que brillaban y que parecían hablar con su luz, como si quisieran poner un énfasis especial que adornaran cada una de sus palabras y que no dejara en entredicho que cada vez que ponía Jaén en su boca, a pesar de la precariedad económica,  era sinónimo de felicidad. No había duda, Luis estaba disfrutando, se notaba que se encontraba en un momento muy especial.

Su compañera Ana no decía nada, solo algunas sonrisas y miradas que acompañaba con gestos, en mi opinión, de aprobación y de no ser la primera vez que los escuchaba estas historias

Una vez perdimos en Andújar 3 – 1 y la directiva se cabreó por partida doble. De una parte por el resultado y de otra al enterarse de la juerga que se pegaron algunos jugadores. En el primer entrenamiento tras el partido, reunidos jugadores , entrenador y directiva, ésta nos comunicó que conocían la andanza y los andantes, y que estos iban a ser multados pero si salían de manera voluntaria la sanción sería reducida. Dicho y hecho salieron todos. Para sorpresa de los allí reunidos también lo hizo Paz, un jugador de Madrid que no estuvo en “la fiesta”. El entrenador sorprendido, al que le costaba que Paz no estuvo, se lo hizo saber, a lo que le contestó Paz: “Como la sanción es poca, quiero solidarizarme con mis compañeros.

¿Cómo era el día a día?

Para entrenar, el lunes nos daban la ropa para toda la semana, se dejaba allí y al día siguiente la tenías que utilizar de nuevo. Una vez me puse un calcetín al revés, no se veía el color de lo sucio que estaba, y Suárez Reyes me dijo que tenía que comprar lotería porque era de otro color y eso daba buena suerte.

Para mí los entrenamientos eran flojitos y el linarense Mulita y yo por nuestra cuenta, hacíamos entrenamientos todos los días subiendo al castillo, una ducha rápida y a tomar un café a Las Vegas. La verdad es que los días pasaban sin pena ni gloria, no nos pagaban, no podíamos ir a muchos sitios ni podías hacer nada, no había dinero para más.

Los desplazamientos eran en autobús y según la distancia, lo hacíamos el día anterior. Las carreteras eran las de antes y doble sentido. Más de una vez tuvimos que parar por desprendimientos, sobretodo en la provincia de Granada. Cuando cayó la bomba de Palomares nos pilló en Almería, nadie se enteró de nada.

DESPUÉS DEL FÚTBOL

Luis para poder volver a su casa tuvo que perdonar dinero que no había cobrado y  regresar  haciendo autostop. Ni una peseta tenia para el viaje y a pesar de todo se siente orgulloso de haber participado de la historia del Real Jaén que no siempre hizo justicia a tantos y tantos jugadores que por aquí pasaron.

Al regresar a Sevilla, prosiguió su vida ligado a un camión, después a una papelería y para terminar, de empleado primero a gestor después, en un concesionario de SEAT. Por motivos de salud traspasó el negocio a sus empleados. Sufrió un varapalo importante hace más de cinco años al quedar viudo. Ahora le acompañan, además de sus hijos Ana, una muy buena compañera. Año tras año, esperaba en La Puebla, el paso de alguna hermandad del Rocío de Jaén para saludar y charlar a viejos amigos. Era un día señalado de rojo en su calendario

Actualmente lleva con mucha fuerza y dignidad las visitas al hospital para su diálisis. Ojalá permita Dios que los suyos puedan disfrutar de su presencia durante mucho tiempo y qué bonito sería que el Real Jaén, que es grande pero que muy grande, a pesar de aquellas circunstancias históricas por las que atravesó Luis, recibiese una llamada de invitación para volver a Jaén por un día y así poder recibir un fuerte abrazo de todos. Sería. además de bonito, un acto de justicia y de desagravio. En cualquier caso Luis es un sicenro y profundo enamorado de Jaén y del Real Jaén CF.

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