Manuel Carmona.- Comienza la última temporada de la segunda etapa de Joan Laporta. Se dice que nunca segundas partes fueron buenas.

Ustedes, aficionados, seguidores y, sobre todo, socios, que en definitiva son los sufridores de una buena o mala gestión: ¿qué opinan?

Según una encuesta publicada recientemente, los socios otorgan al presidente un notable en su gestión. Si esta encuesta se hubiera realizado hace un año, ¿el resultado habría sido el mismo? Rotundamente no. ¿Qué ha cambiado entonces?

Evidentemente, que el equipo ha respondido en lo deportivo: la pelota entró y llegaron los títulos. Este hombre, además del optimismo que contagia, parece tener siempre el as bajo la manga que le hace ganar la partida cuando todo parece estar perdido.

Llamémosle suerte, flor, potra o como quieran, pero sabe moverse en el alambre mejor que nadie. Y cada vez que aparece una situación al límite, la cuenta atrás se detiene en el nueve con noventa y nueve… de momento. Porque difícilmente podrá ser así siempre.

La forma de gestionar el club, como si de un negocio familiar se tratara, está muy lejos de cómo se ha de llevar una empresa capaz de facturar 1.000 millones de euros anuales.

Las famosas palancas, la venta anticipada de patrimonio del club, las inscripciones de jugadores en el último suspiro (temas legales mientras no se demuestre lo contrario), alcanzar la famosa regla del 1:1 —que ahora sí y ahora no—, estar en el punto de mira de la FIFA, de la UEFA, el retraso en la inauguración del Spotify Camp Nou… son, entre otros, temas que figuran en su debe.

La credibilidad por parte del socio se pierde cuando tantas veces se siente engañado y ninguneado. A pesar de esto, ¿alguien duda de que, si en este momento hubiera elecciones, no sería reelegido nuevamente? Pues eso: la flor.

La suerte de encontrarse con una cantera capaz de generar futbolistas como la hornada de Lamine, Cubarsí, Casadó, Gavi, Fermín, Balde, entre otros; el acierto —esto sí, en su haber— del fichaje del entrenador alemán; y contar con una plantilla mezcla de juventud y veteranía que parece vislumbrar un futuro ciertamente ilusionante, junto con el hecho de ser capaz de emprender lo que será la nueva casa del barcelonismo, lo hacen claro favorito para, a su manera, continuar dirigiendo el club.

La temporada se presenta muy interesante. La teoría de los vasos comunicantes no falla: si el vaso del Real Madrid sube, el del Barcelona baja, y viceversa.

En estos momentos, a pesar de inversiones millonarias y de nuevo entrenador, en Madrid siguen existiendo muchas dudas. Se continúan cubriendo puestos… excepto el que parece más necesario.

En cambio, en Barcelona, con todo el lastre que acarrea, se confía mucho en esa mezcla de juventud y veteranía ansiosa de títulos, que sea capaz de mejorar la campaña anterior, en esta segunda que va a dirigir Hansi Flick.

Sea como fuere, la pelota está en el tejado. Solo hay que esperar que ruede.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

2 + 2 =
Powered by MathCaptcha