El fútbol es un gigante de envergadura descomunal. Tiene los cimientos hundidos en lo más profundo del sentimiento humano, eso le convierte en un fenómeno universal y poderoso. Sin embargo tiene las paredes permeables y deja entrar, sin prevención, a todo el mundo. Esa facilidad que el fútbol da lo convierte en espacio vulnerable. Pese a su poder, el fútbol necesita ser defendido de los intereses torcidos, de los oportunistas avispados y de los que, por medio del fútbol, quieren conseguir la relevancia pública que no les da el dinero.

Esta realidad hace de los Premios Nacionales “Palabra de Fútbol”, un escenario en el que se reconoce el palmarés pero, sobre todo, el valor humano de las personas que, aceptan y nos acompañan para recibir la distinción.

El fútbol me ha enseñado a ver la cara del personaje y el corazón de la persona. Casi siempre, detrás del personaje, hay un ser humano empático, sencillo y natural, humano. También hay personajes, menos, que sólo son eso, personajes, y lo que les da el fútbol, les viene grande y no saben vestir ese traje con naturalidad.

Hemos tenido en la edición 2024 de los Premios Nacionales “Palabra de Fútbol” a dos jugadores que son historia de este deporte en España y en Chile. José Mari Bakero e Iván Zamorano, dos futbolistas que han tocado el cielo al que la pelota les llevó y que, sin embargo, tienen los pies en el suelo y el corazón pegado a la gente que les admira.

Subieron juntos al escenario y pusieron sobre el rectángulo teatral su mejor versión, la más auténtica, la humana.Se produjeron animados por el corazón y por el deseo de aportar algo que fuera importante para muchos de los jóvenes deportistas que había en el Teatro Infanta Leonor. Lección de fútbol, lección de vida.

José Marí Bakero, cargado de títulos y honores futbolísticos, respondió a la pregunta mil veces repetida sobre su gol “mágico” al Kaiserslautern, pero antes aprovechó el momento para compartir las raíces jienenses de su familia y trasladó, con un gesto de cariño, el reconocmiento a su mujer que le escuchaba desde la primera fila del teatro. Además, Bakero abrió una línea de mensajes que iban dirigidos a los más jóvenes recordando que, casos como el de Lamine Yamal, son la excepción y que sólo por el trabajo se puede llegar a conseguir los sueños.

Iván Zamorano, goleador en España e Italia y mito del fútbol chileno, recordó su paso por Sevilla CF y Real Madrid CF y volvió a la senda del mensaje fértil, incluyendo a los progenitores, para recordar que el niño debe ser feliz y que no puede cargar con los deseos o las necesidades de los padres.

Zamorano y Bakero, elevaron su perfil humano por encima del de sus respectivas hojas de méritos deportivos y eso caló en la sala donde, de manera unánime, nació un sentimiento de respeto y cariño para ambos, que se tradujo en un aplauso cerrado y sincero.

El fútbol es lo que es y alcanza lo que alcanza porque, por suerte, hay más personas que personajes y en ellos se apoya Palabra de Fútbol para sostener su filosofía, su idea: Valores Humanos a través del Deporte.

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